jueves, 14 de enero de 2016

El más dulce sonido


Gracias mi chiquito. 
Por quedarte. Por luchar contra todo. Por cagarte de frío en el freezer. Por tener paciencia. 
Por agarrarte fuerte. Por darme tantas señales. 
Por matarme de las naúseas y la acidez todos los días, toda la noche, todo el tiempo! Y revolver mi estómago, y hacerme adelgazar como nunca nada lo había podido hacer.
Gracias por peinarte lindo para la foto. Y latir fuerte. Biennnnn fuerte! 
Gracias por llenar mis oídos y los de papá, del sonido más dulce del mundo. 
Gracias por elegirnos. 

Hijo mío, feliz vida! 

martes, 5 de enero de 2016

Bien agarrado/s

7633

Esa es nuestra beta al día de hoy, 3 semanas post transferencia. 5+3 de embarazo.

Alta!

Y vuelvo a tener alguna manchita. Incluso, una hora antes de tener el resultado, otra rojita.

Mientras discuto con la prepaga porque me responde que el estradiol no es necesario para sostener un embarazo! ja!
Y la heparina está en falta.
Y todavía no ingresé en el PMI.
Y me saco sangre dos veces seguidas.
Y a la hematóloga se le cortó la luz así que no puedo ir a consulta.
Y pucha que me salió muyyyy alta la tsh y mi endocrinologa está de vacaciones y me vuelvo loca para comunicarme y al fin mañana consigo un sobreturno con otra para que me vea.
Y el jueves tengo que ir a darme otra vacuna de linfocitos por refuerzo, por las dudas.

Son las ocho de la noche. Me estalla la cabeza. Y vuelvo a darme cuenta. Estoy embarazada.




PD: gracias por estar. La espera de hoy, más el manchado, fue tortuosa. Pero releia una y otra vez sus mensajes para darme ánimos y sentirme acompañada! Gracias!

PD2: dato de color... Aproveché la extracción de la beta de hoy para hacerme tsh, t4l y glucemia que me hizo mi endocrinóloga "para cuando me embarazara". Cuando veo que el archivo me llegó por mail, lo abro con el corazón escupido entre los dientes. Y ahí veo: 84. Sentí que el mundo se derrumbaba. 84 de Glucemia. Tengo bien controlada la insulino resistencia. Más abajo mi enorme beta.
Moraleja: por impaciente te comiste el chasco del siglo! Primero aprendé a mirar idiota!!!

lunes, 4 de enero de 2016

Fragilidad


Porque costó mucho. Porque se me llevó todas mis lágrimas. Mis risas. Mis fuerzas.
Porque la infertilidad me venció.

(Acá es donde todas las que aún no lo consiguieron van a pensar que no me venció, que yo le gané. Van a sentir que soy una desagradecida. Y las entiendo, juro que las entiendo. Yo hubiera pensado lo mismo.)

Me ganó, porque no puedo ser feliz.
Porque la mochila no te la quitás nunca.
Como haber llegado a la cima ya sin provisiones y con una pierna herida. Estás ahí arriba. Por fin podés ver el paisaje sólo visto por los elegidos (y los fértiles). Pero no te queda ni resto ni fuerzas para bajar. Sabés que el agua no va a alcanzarte más que para un par de días. Y en el camino de regreso hasta tu hogar, te esperan muchas más rocas, y puentes colgantes, y manchados marrones, y manchados rojos.

Y te sentís la personita más frágil del mundo.

Por fin te estás haciendo el control de heparinemia. Tu primer control. El que tanto soñaste. Y te rodean radiantes embarazadas. Como vos. Por eso tenés prioridad en los números. Y, no sé cómo lo supieron, pero te dan el asiento.  Pero tus manos tiemblan. Mientras vas a baño cada cinco minutos. Y te sentís sólo "un poco embarazada". No del todo. Porque sos infértil. Y te costó mucho. Y, a veces, como para que no pase más de dos días sin que lo olvides, manchás un poquito. Alguna gota que te recuerde que no tenés que ser feliz. Y volvés a sentirte embarazada a medias.
Porque sabés que a tu bebé lo sostiene la heparina, la aspirina, las vacunas de los glóbulos blancos de tu marido, el estradiol, la progesterona, la metformina. Todo lo que necesitás para que tu cuerpo funcione.
Y tan sólo llegaste hasta acá. Tuviste una beta que dio positivo. Le enseñaron a tu cuerpo a trabajar para eso. Y lo que sigue? Mi cuerpo sabe hacerlo?

Tu embrión es fuerte, te dicen. Claro. Confío en él. Él es fuerte.
La que es frágil, aunque mi coraza de infértil me haga tragarme las lágrimas y seguir peleándola con toda la garra y el optimismo…
La que es frágil es mamá. 

PD: Mañana repito la beta. Una semana de tortura después. Y tengo miedo. 

sábado, 2 de enero de 2016

El día que el mundo volvió a girar

Arrancó totalmente inmóvil.

29 de diciembre de 2015.
Me desperté bien, no podría decir que feliz, pero sí tranquila. Y eso era un paso gigantesco.
Quise ir al mismo laboratorio pero otra sucursal, porque el que tengo a pocas cuadras de mi casa es un horror. Me queda comodísimo pero… la chica que hace las extracciones, además de tener poco pulso, es muyyyy desubicada. La última beta me la hice ahí, y mientras me sacaba sangre me contaba que hacía un ratito le había hecho la beta a otra chica que le dijo que se moría si estaba embarazada. Y me lo contó después de que le expliqué el motivo de mi beta. Era necesario?
Salí casi desmayada del veneno.
Y nunca más.
Pero, como es uno de los mejores laboratorios, y me niego a hacérmelo en mi clínica porque mi médico es muy malo para dar malas noticias, se me ocurrió esa tonta idea.

Así que nos fuimos. Dos tubos de sangre y a la espera. (Sí, dos tubos, por qué? No era suficiente la tortura?!?!?!).
17hs. Que? Me estás jodiendo!!!!!!!! Si otras veces tuve el resultado a las 14hs!!!!!!!!
Nos fuimos a nuestra pastelería orgánica favorita, la de "este tratamiento", a desayunar.
Y a casa. A esperar. Yo tenía la esperanza que las 17 fueran "una manera de decir". Así que me pasé el resto del día (más desde las 14hs) sentada en la compu dando refresh a la web del laboratorio. La vez anterior la habían colgado media hora antes. Y eso que había sido mucho más temprano.
Hasta tuve que tomar el estradiol y ponerme el óvulo de las cuatro de la tarde. Nunca me había pasado. Y me parecía una tortura. Nos acostamos a ver una serie. Y mi amorcito toda la hora con su manito en mi panza.
No digo que ya lo sabíamos. Pero en esta espera había algo distinto.
Yo soy precavida. Odiaba la idea de entusiasmarnos y rebotar otra vez contra la pared. Pero ya había tenido betaesperas en plan precaución, y habían dolido como la reputisima madre igual. Así que en esta sólo deje que fluya. Miedos, angustias, ilusiones. Lo que fuera. No quería quedarme con la sensación de haber desconfiado de mis peques o de mi cuerpo.
Mi mamá y mi cuñada me preguntaban por mensajito para cuando. Y les mentí que a las 19hs. Necesitaba un tiempo para asimilar el resultado.

Y a la 17, ni un segundo antes, ahí estaba. Ya habían cargado el resultado. A punto de clickear en él, le digo a mi marido "no quiero". Y apreté. Con fuerzas, con pánico.
Me quedé inmóvil viendo la pantalla. Mi amor comenzó a gritar Si Si Si Si Si Si Si Si. Sólo gritaba eso y me agarraba. 

Yo vi 411,7.
Y lo escuchaba gritar a él. Y volví a mirar. Por un momento mis ojos, o mi mente, o mis miedos, vieron la coma en otro lado. Pero no. Eran 411,7. Y mi marido gritaba Si Si Si Si…….
Y empecé a llorar. Me agarraba la cara y lloraba. De locura. De desesperación. De desahogo. Como nunca en mi vida. Con todo ese llanto que me faltó en todos estos años porque necesitaba seguir peleándola y no podía derrumbarme tanto.
Mi amor empezó a tranquilizarme. Mientras repetía como un psicótico que sí, pero ahora le agregaba frases un poco más completas como "tenía que ser".
Nos besamos. Como nunca en nuestra vida. Y saludamos a nuestro/s peque/s en mi pancita.

Me dio el teléfono para llamar a mi doctor. Yo no podía. Me temblaba todo. Pero quería. Tanto había querido esto. Tanto había imaginado este llamado.
Me atendió. Le dije que bueno… que hoy era mi beta… Y me respondió preocupado "te la hiciste acá?" (porque a veces no le avisan y no es muy agradable). No no, le contesté, tengo el resultado. Y mientras él me dice, con la voz de dar el pésame que tanto conozco "y qué te dio?" yo le digo al mismo tiempo "411".
Y un silencio grande.
"411 te dio?!?!?!?!" me dijo alzando la voz. Y comenzó a reír, a felicitarme, a felicitar a mi marido.
Le digo que qué hago ahora, que ya sé lo que hacer cuando es negativo, pero ahora no tengo ni idea, mientras se nota que me tiembla la voz y lloro de la emoción. Y se ríe, me dice que haga lo mismo que hice hasta ahora que, evidentemente, hice las cosas bien. Que me relaje, que festeje el fin de año, que brinde, que disfrute el fin de semana, que el martes me repita la beta.
Le contesto "recién el martes?" (es decir, una semana más?!?!). Me reta (ya les conté que siempre me reta) diciéndome que no sea ansiosa, que el número es muy bueno. Que festeje. Que siga con el ronfase vía vaginal extra que me agregó en Navidad por ese sangrado rojo que, ahora definitivamente podemos comprobar, era de implantación. (sí, existe!!!!!).
Y me dice, antes de cortar, cuando nos despedíamos y yo ya acababa de caer por completo y necesitaba cortar el teléfono porque no daba más de la emoción.
"El que persevera triunfa. Viste que lo íbamos a conseguir?".
Todavía me sigue repitiendo esa frase en mi cabeza. El jamás se rindió con nosotros.

Y entonces pienso en contarles a mis compañeras de lucha. Tenía la idea de la noche anterior, mientras no podía dormirme y pensaba cómo darles la noticia en vez de pensar qué hacer esta vez si era negativo.
Tomo un delineador negro y me escribo en la panza machucada de heparina, el número. Lo había imaginado y soñado tanto. No podía creerlo. 

Y ahí llamar a la hematóloga. La mía, de vacaciones, así que al celular de otra hematóloga de su equipo. Y me pregunta: "llegás antes de las 18,30hs.? Porque mañana no vengo". Y salimos volando. Más en una nube que por velocidad, pero volando al fin.
En la recepción de la hematóloga nos pusimos a charlar con la secretaria y le conté de la cantidad de tratamientos y por fin mi positivo, para explicar por qué estábamos tan estúpidos. Mientras, mi marido se fue a un cajero a sacar plata porque nos habíamos ido sin un peso y no teníamos para pagar la consulta.
Me senté en la sala de espera, aquella en la que esperé horas y horas una respuesta, o por lo menos, la imaginación suficiente para intentar encontrarla. Y todos en la sala de espera me sonrieron, habiendo escuchado mis comentarios con la secretaria.
Ahí estaba yo. Y el mundo volvió a girar otra vez.

Me llamó la hematóloga. Un amor de persona. Me empezó a hacer los papeles para presentar a la prepaga y en eso volvió mi marido.
Por ahora me dejó la misma dosis de heparina. Hasta el próximo lunes a hacer control de heparinemia. Y el martes cita con ella de nuevo para ver los resultados y saber cómo seguimos. Extremar cuidados. Ojo las escaleras (vivo en segundo piso x escalera y mi dormitorio está un piso más arriba, y el lavadero otro más! Uffffff). "Un pie le pide permiso al otro". Ordenes para presentar.
Aclaración: la heparina es un medicamento CARISIMO. Que sólo se incluye en el embarazo, dentro del PMI (Plan Materno Infantil) que existe en Argentina y que hace que tengas todos los medicamentos necesarios para tu embarazo, gratuitos.
Recetas con el Urgente. Y certificado de embarazo. Puso la fecha de mi última menstruación, 25 de noviembre. Calculó unos días teniendo en cuenta que, para tratamiento, las fechas no son tan reales. Y… fecha probable de parto 3/9/2016.
Chan! 

De ahí nos fuimos hasta la casa de mi mamá. Le mandé un par de mensajitos para asegurarme que estuviera en su casa. Mis suegros no están. Se fueron a pasar Año Nuevo a la costa con su otro hijo y su familia.
El camino es largo.

Ahí estaba mi viejita linda, cortando el pasto del jardín de adelante mientras mis sobrinos andaban en patineta por la calle. Estacioné el auto y bajé. Mi mamá inmóvil viendo, primero el auto y después a mí. Y me hace que sí con la cabeza. Con tanto miedo! Y le digo que sí, y la abrazo fuerte. Y lloramos.
Ni mi mamá ni yo lloramos. Nunca. Somos de "esa clase de gente". Pero ese día lloramos. El mundo otra vez volvió a girar.
Después apareció mi hermana y se lo contamos. Mis sobrinos. Y mandé un whats app al grupo familiar con mis hermanos y el resto de sobrinos que también estaban en la costa. Una fotito de las manos de mi amor y mía en mi panza. Y un texto que decía "por fin llegó nuestro regalito de Navidad". 
Al momento llamó mi hermano. Lloró de la emoción. Y mi cuñada. Y la llamada a mis suegros. Y todos saludando. Mi mamá abriendo una sidra sin alcohol y un pan dulce y brindando.

Llegamos a casa. Me bañé. Cenamos. Y nos fuimos a acostar porque estábamos destrozados.
Ya en la cama, con la músiquita de relajación que le ponemos todas las noches a los peques para mimarlos un poco…
Nos miramos a los ojos. El regalito de Navidad que les compramos. Las frasecitas positivas que escribimos y colgamos por todos lados. La caja de heparina en la mesa de luz. Y todas las postales dedicadas, estampitas y cartitas que yo fui acumulando a lo largo de este tiempo.

Y por fin, después de tanto tiempo, definitivamente, el mundo volvió a girar!