domingo, 29 de noviembre de 2015

No me jodan


No intento ser agresiva en esta entrada, pero después de escribirla no pude más que ponerle ese titulo.
Todas las infértiles tenemos un enorme listado de las frases que LA OTRA GENTE, la fértil, nos dice y nos duele. Y en cada blog venenoso vas a encontrar esa lista en tono burlón, sarcástico o hasta dramático.
Y tienen razón. Todas. Esas frases son detestables.
Pero yo tengo otrooooo listado de frases que las mismas infértiles me dicen y que me duele MUCHISIMO MAS! 

Atenti que pretendo ser graciosa, no ofensiva, y si a alguien ofendo, no tienen más que perdonarme y volver a leer el titulo de esta entrada. Lo siento. Estoy hace tres meses hormonada y todavía me faltan 10 días más para la transferencia. Con un mes de hormonas me enojo contra la gente feliz y fértil que rodea mi vida. Pero ya con más de un mes, me empiezo a enojar con la buena voluntad de chicas que la pelean igual que yo.
Y es que yo entiendo que te quieran levantar el ánimo, y que hay demasiadas frasecitas positivas con fondos preciosos, listas para compartir en cuanta red social exista. Pero…

Basta del SI SE PUEDE
Sí se puede qué? Vos pudiste. Vos le sacás una foto hermosa a tu bebé rosadito acostado sobre una canasta de mimbre, con una guirnalda colores arcoiris, y un cartel divino que dice "Sí, se puede". Y pretendés que con esa foto yo crea que YO voy a poder? Qué te hace pensar que, porque vos pudiste, yo sí puedo? Yo no sé si puedo. Nadie sabe si puedo. Ni mi médico que me conoce por fuera y por dentro (bien por dentro) más que nadie en esta vida, sabe si puedo.
Y si alguna vez yo lo consigo, y llegan a ver que de casualidad en este blog se me desliza un SI SE PUEDE, por favor les pido, denúncienme sin piedad.
El SI SE PUEDE, molesta, duele. Es como si te refregaran en la cara que ellas ya lo consiguieron y vos todavía seguís como una pelotuda pinchándote hormonas. Y más cuando a ese comentario le sigue algo del estilo "yo también creía que no lo iba a lograr, igual que te pasa a vos". Si mamita, pero me lo estás diciendo ahora que YA SABES QUE PUDISTE! Con el diario del lunes todo el mundo pronostica un desenlace feliz.


"No bajes los brazos"
Ok, entiendo la buena voluntad del mensaje. Sabés que me estoy cayendo y querés que la siga peleando. Yo también lo dije, lo digo siempre cada vez que siento que alguien lo necesita. Pero nadie es quién para decirle a los demás cuándo bajar los brazos. Más doloroso es todavía, cuando en su firma descubrís que lo consiguió en el primer tratamiento. Qué fácil es decir "no bajes los brazos" si vos no llegaste ni siquiera a levantarlos! Sabés lo que duelen los negativos? Ver que te ponen embriones tras embriones, ver esas lucecitas brillando en un monitor, y tu beta da siempre 0 como si no hubieran existido? Acá se vale bajar los brazos y renunciar al que quiera. Y no es ni menos luchadora ni más cobarde que nadie.


 "Todo pasa por algo"
Sí, por ejemplo, por hijaputez!!!!!!!!!



"Y por fin, después de 6 inseminaciones, y 3 icsis con 5 transferencias, llegó mi milagrito"
No, milagro hubiera sido si te embarazaste naturalmente y tu marido es azoospermico o vos no tenés trompas. Hacer tratamientos de fertilidad, miles de estudios, ecografías de control, inyecciones, entrar a un quirófano, que te pinchen por todos lados, etc, etc, etc. de milagro no tiene nada! Llamemos a las cosas por su nombre. Decirle milagro es sentarte a esperarlo. Vos te rompiste el culo para que eso pase!


"Todo llega cuando tiene que llegar"
 En serio? O sea que no importa cuánto me esfuerce, si no es el momento, no lo será. Eso le voy a decir a mi médico cuando me quiera hacer la biopsia de endometrio (y arrancarme un pedazo de útero sin anestesia). Le voy a contestar que no es necesario porque todo "llega cuando tiene que llegar". Y por qué mejor no me quedo en mi casa esperando que sea el momento y listo, en vez de tantas inyecciones y dolor, no? Qué fácil es decir que no era el momento y listo! Se imaginan si a nuestro doctor se le ocurriera contestarnos eso cuando lo vamos a ver después de un negativo, intentando encontrar la respuesta?!?!

(Espero no herir susceptibilidades religiosas... )
Ya con esta sí, lo siento mucho pero con esta le voy a poner el título a la entrada: Dejame de joder! 
Me estás diciendo entonces que yo pasé por tantos tratamientos, tantos problemas, tantos embriones (pequeños intentos de vida que me costó dos ovarios formar), tantos negativos, porque soy fuerte?!?!?!!? O sea que si yo fuera débil lo hubiera conseguido a la primera? Pero qué genial idea tiene Dios de "premiar" el coraje, la fuerza de voluntad, la paciencia, y los huevos de quien la sigue peleando! O tu Dios es bastante hijo de su madre, o yo soy una idiota por la fuerza que le pongo.

Saben qué, este es mi último intento. Hasta acá llegué! Basta! No puedo cargar más esta cruz!
O es en este o me rindo!

A ver si así resulta…

miércoles, 25 de noviembre de 2015

25 de noviembre


Hoy, miércoles 25 de noviembre, va a ser una fecha que pretendo recordar por siempre.
O, por lo menos, los 9 meses que dure el embarazo. Cada vez que un obstetra, ecografista, hematólogo, endocrinólogo y demás especialistas que necesito para llevar un embarazo adelante, me pregunten cuándo fue la fecha de mi última menstruación. 

25 de noviembre. Hoy. 

Mañana tengo eco de control y arrancamos con el estradiol, si es que no terminé de limpiar cuerpos lúteos (que es lo más seguro, y visto y considerando diciembre, y las vacaciones de verano, prefiero que sea al final con estradiol y no tener que esperar cuatro meses para intentarlo naturalmente). O tener que pincharme heparina por las dudas todos los meses hasta que a mis ovarios se les ocurra volver a trabajar normalmente y dejar de lado tanta hormona. Cosa complicada, molesta y cara.
Mañana los vamos a visitar. Voy a hacer sonar todos los cascabeles, colgantes y medallitas que me cuelgan de la cartera y que fui sumando por cada intento que no pudo ser. 

Hoy va a ser un día especial. (Por suerte el blog no existía antes, la realidad es que esta es la cuarta vez que digo lo mismo mentalmente, pero ustedes no tienen por qué saberlo!).
Esta vez tengo una actitud mental súper positiva. Una artillería de tácticas y medicamentos de lo más sofisticados (y originales!). Y un grupo de gente hermosa que la infertilidad y twitter me regaló. Que me acompañan, me ayudan, me alientan, y no me dejan caer. Gracias #infertilpandy!

Esta vez sí. No puede fallar. 


lunes, 23 de noviembre de 2015

Una promesa


Hace mucho tiempo hice una promesa. 




Cuando descubrí las indirectas de mi médico en los estudios y los tratamientos que me mandaba a realizar. Cuando las sospechas de un problema inmunológico se hicieron verdad. Cuando poco a poco fui asumiendo que, definitiva y claramente, mi cuerpo estaba aniquilando lo que más deseo en el mundo. 
Y en los ficheros mentales de infertilidad en la que nos ponen nuestros médicos, yo estoy colocada desde hace rato y sin notarlo en uno que se debe de titular algo así como "la que aniquila todos los buenos embriones que le transfiero".
Perdón si les suena tan feo leerlo como suena en mi cabeza cada vez que lo pienso. Cuando mi médico lastima mi útero a propósito, dolorosamente, varias veces, para que las células de mi cuerpo se encarguen de reparar el daño en vez de atacar lo que tanto quiero. Cuando pasé los últimos 6 meses inyectándome glóbulos blancos de mi marido (las más dolorosas inyecciones que pueda experimentar!) sin ni siquiera medir las consecuencias a futuro, para que les enseñen a mis estúpidos y asesinos glóbulos blancos cómo se tienen que comportar.
Cuando tengo que inyectarme anticoagulantes todos los días porque eso baja mis defensas. Al igual que la vitamina D, las vitaminas B extra que tomo, la dieta baja en histaminas, los antiinflamatorios, la metformina, el daflón. Todas "medicinas" para bajar mi sistema inmunológico. Y todo lo que implica que tu cuerpo atente contra tu propio cuerpo. 

Prometí que esta vez iba a creer.

Tuve tres betaesperas distintas, alguna más positiva que otra. Pero en todas dudé de la calidad de mis embriones, incluso sabiendo que nuestro médico (ya saben que él no es ni optimista ni exagerado) los calificó de lo mejor. Y pasada la primer semana de tortura, de pronto me sentí vacía. Así de literal. Y me costó mucho seguir manteniendo la buena energía presumiendo (o sabiendo, o intuyendo) que mis chiquitos ya no estaban conmigo.

Prometí que si lo intentábamos una vez más, iba a confiar. 

Que iba a vivir cada uno de los 14 días como el inicio de algo nuevo. Sintiéndome embarazada desde el primer segundo, y en cada momento. Hablándole a mis peques todos los días. Sin sentirme tonta por hablarle a la nada misma.
Y eso prometí porque sentí que sólo así podía sentirme bien conmigo misma. Pase lo que pase.

Pero cuando ya queda tan poco para irlos a buscar. Y pienso en todo lo que mis niños tuvieron que superar para tener una oportunidad. En un adn fragmentado y unos óvulos ya viejitos. En tanto manoseo biológico. En morirse de frío. Y volver a morirse de calor en una incubadora. 

Les hablamos todos los días. Les recordamos lo fuertes que son. Les decimos cuánto falta para conocernos.
Pero tengo miedo. Por ellos. Por tanto que nos costó hacer vida. No porque  no pueda confiar en ellos. Ya no. Ya sé dónde está el problema. Donde estuvo siempre y jamás lo quise ver.
Por mi cuerpo. Porque no quiero que, otra vez, mi cuerpo los destruya. 

Soy muy fuerte. Hasta acá.
A partir de ahora mis convicciones empiezan a flaquear. Y tengo miedo.

Y me cuesta mantener mi promesa. 



jueves, 19 de noviembre de 2015

Enseñanzas


De la infertilidad aprendí:

  • Que todo lo  que parece salir bien, puede salir mal. Y que todo lo que parece salir mal, también puede salir mal. Que no importa cuánto lo estudies, lo medites, ni cómo te den las estadísticas. Va a salir como tenga que salir. 
 
  • Que todo, TODO, es relativo. 
 
  • Que es increíble lo enferma que se puede estar, estando completamente sana. 
 
  • Que jamás volveré a ser la misma. 
 
  • Que mi yo de verdad es el de ahora. Que no soy la clase de persona feliz que siempre se ríe. Que me río de vez en cuando, a pesar del dolor. Y eso vale mucho más. 
 
  • Que, a pesar de todo, me gusta la persona en la que me convertí. 
 
  • Que soy más fuerte de lo que aparento, de lo que los demás creían, de lo que yo misma hubiera imaginado.
 
  • Que para la mayoría de la gente vas a dejar de importar en cuánto dejes de ser la divertida personita que sólo tienen buenas noticias para compartir. Que nadie está preparado para lidiar con los dolores ajenos. Que es más fácil ignorar que empatizar. 
 
  • Y que también hay mucha gente, que no conozco, dispuesta a ayudar. Que el dolor une infinitamente. 
 
  • Que hay  muchas personas en el mundo que todos los días trabajan un poco más para que yo pueda estar más cerca de mi sueño. Que tengo que agradecer todos los días por ello.  
 
  • Que el amor es tantas otras cosas que no imaginaba. Atarme los cordones cuando no podía agacharme. Poner crema en mis hematomas. Sostener mi mano empujando el émbolo para que no me fuera tan difícil. Que, increíblemente, te amo más en el dolor que en la felicidad.
 
  • Que el amor también es un conteo, una inyección, un resultado, un tubo, un número de células, un llamado, un resultado. 
 
  • Que todo aquello que alguna vez pareció importante, significativo, dramático, especial, no lo era. Nada lo es.
 
  • Que no puede existir dolor mayor. 
 
  • Y que no me puedo rendir. 



 
 

sábado, 14 de noviembre de 2015

A autoflagelarse el útero!


Un rato largo esperamos en la sala creada para ese fin (digamos, en la sala de espera, es que no me daba para repetir la palabra así que le quise poner "intriga"). Yo sabía que esto iba a ser así, mi "turno" había sido a las apuradas. 
Iba peinadita y preparada para el matadero. Me había tomado antes de bajar del auto un ibuprofeno 600, para intentar palear lo más posible el dolor. Me debatí mucho tiempo sobre si agregar algún ansiolítico, relajante, etcs., pero como jamás tomo nada me dio miedo estar demasiado boleada. Sobre todo, porque tenía cosas que hablar, que preguntar, que SABER! (y si no me creen pueden leer mi entrada anterior donde lo explico). Yo iba preparada para que la cosa se diera, no autoinformarme demasiado, no sacar conclusiones apresuradas, solamente ver a donde llevaba la información sobre los embris y qué había pasado en el medio. Esta vez había elegido creer. 

En recepción me hicieron abonar solamente los materiales descartables (cánulas y demás), apenas $150 (algo así como U$12). Porque no iban a enviar a patología, ya que en la biopsia anterior había salido todo perfecto y nada lo justificaba.
Y me senté a esperar. Por fin el baño se vació y pude ir. Me quedé un rato largo, intentando vaciar hasta la última gotita para no pasarla mal en el momento. Cuando vuelvo me cruzo con una de las secretarias que ya me conoce y con la que generamos cierta empatía. Me pregunta a qué vengo y le digo que a una biopsia, y me dice "pero sabés que tenés que tener retención?". Chan! 
Y ahí estuve yo, cuarenta minutos más, vaciándome el dispenser de agua a cuatro manos. Y digo cuatro literal, porque mi maridito me llenaba de vasitos sin dejarme respirar. 

Por fin nuestro doc nos llamó y fuimos hasta la última de las oficinas. Ni bien entramos me dijo que se acordaba que yo le había hablado de hacerlo con anestesia porque así no quería. Le dije que lo entendía, que todo se había dado demasiado rápido y a mi no me había dado el tiempo, ni siquiera la cabeza con todo lo que pasó, como para ir a averiguar costos de quirófano, anestesista, y si había un turno disponible. Me dijo que hiciéramos una pruebita y cualquier cosa, si yo me sentía mal, veíamos de subir al quirófano. Yo le dije que solamente tenía miedo de desmayarme como casi pasa la vez anterior, y que si eso pasaba no iba a poder hacerme el estudio. Me interrumpió para que no termine la frase, haciéndome señas de que no piense en eso.

Me dio una bata, si a ese pedazo de papel totalmente abierto como si fuera un babero gigantesco se le puede llamar bata. Y, mientras me desvestía tras el biombo, lo escucho decirle a maridito: mirá, estos son los embriones que congelamos, son todos clase II (la I es la más óptima, pero ya sé lo exigentes que son y los comentarios que siempre me llegan es que ningún embrión llega a tener casi nunca esa categoría). Y le decía "ves? Mirá…". Y yo no lo podía creer!!! Me arrancaba rapidísimo el pantalón de mis piernas, saltando en una pata, mientras me asomaba por el costado del biombo, a riesgo de caerme sin siquiera la "bata" puesta cubriéndo mis partes. Y los veía a los dos ver una planilla sobre el escritorio.
Yo no iba a preguntar. Yo no quería quemarme la cabeza con calidades que tal vez no me gustaran, con lentitudes de embriones siempre un poco atortugados, con pequeñitos números de célula. Y ahí estaba, mostrándole directamente la planilla, señalando uno por uno a mis cinco freezaditos. Y diciéndole: este es de seis células, este otro también es de seis células, y este, y este, y este último es de cinco células pero también viene genial.
Y me di cuenta. Que hacía todo lo posible para que yo no me haga la cabeza con la biopsia y ayudar a quitarme un poco el miedo. Y que igual que el lunes por teléfono volvía, por dos únicas veces en dos años de conocerlo, a levantarme el ánimo. A darme confianza. A decirme que todo estaba bien.
Un tipo que si algo es blanco te va a decir que posiblemente amarillentee en un ratito. Por las dudas. Para no generarte expectativas. 

Cuando ya estuve lista, le dije que yo intentaba no hacerme la cabeza con eso del "día 2" que no me gustaba nada pero que… Y me interrumpió diciendo que sí, que es como yo creía, que esperaron hasta último momento del día 2 para que avancen lo más que puedan, que simplemente se congeló así por ser domingo el día siguiente. Y que iba a descongelarlos el día anterior para dejarlos hasta día 3 seguro.

Yo creo también que le di lástima. Estuve tres meses rogándole hacerme la biopsia en quirófano. Y varios meses más intentando que la estimulación fuera leve para no pasarla mal. Y hacía una semana había salido del quirófano para que me pinchen treinta folículos otra vez. Para terminar en reposo. Para reponerme sólo para escuchar malas noticias por teléfono. Y volver a recomponerme para realizarme un legrado a propósito sin otro mayor motivo que alguna cuestión inmunológica en la que él cree y que muy bien todavía no me sabe explicar porque no tienen pruebas suficientes que la justifique.
Ahí estaba yo. Otra vez abriendo mis piernas dispuesta a sufrir el peor de los dolores físicos que la infertilidad me dejó. Apretando fuerte mis manos para no moverme. Imaginando cinco hermosos pequeñitos de seis células esperando por mí un piso más arriba. 

La ginecóloga asistente me preparó. Pero fue mi doctor el que se calzó los guantes y tomó el cateter. Me extraño que lo hiciera (no es ginecólogo y las otras biopsias siempre las hicieron ellas). Pero me gustó. Me dio confianza. Mi maridito sentado atrás, me acarició un par de veces la cabeza.
No voy a detallar el dolor porque no podría, y porque no quisiera asustar a nadie que tenga que hacerla. Además, considero que cada cuerpo es un mundo y cada resistencia al dolor también. He tenido más de 40 folículos de 15 a 25mm peleando en mis ovarios por crecer, y no creo haberlo pasado tan mal como algunas chicas con diez. Por lo que así de subjetivo creo que es el dolor. 

Sentí como escarbó dentro. Y tiró. Y dolió. Me apreté fuerte la panza intentando no sacudirme del dolor. Sacó la cánula y vació. Al segundo sentí que todo mi cuerpo se aflojaba y me mareé, de pronto, abruptamente. En ese momento me preguntó si veníamos bien. Y me di cuenta que no había terminado. Que él necesitaba seguir. Y que yo tenía que juntar fuerzas de algún lado para que pudiera continuar y no se terminara ahí. Que si hacía un esfuerzo más iba a ser mejor para mis peques. Que esto los iba a ayudar. Le dije que no, pero que no se preocupe. Y el contestarle me permitió volver y no caerme desmayada como creí. Eso me salvó.
Volvió a atornillar (así se sentía el dolor esta vez, en la biopsia de febrero la cosa fue más de arranque). Y dolió otra vez. Y todo se aflojó. Y volvió a salir y me dijo que ya habíamos terminado. Y suspiré.

Misión cumplida. Ahora sí más cerca de mis peques. Con el orgullo de la tarea hecha. Y la felicidad de saber que mis chiquitos lo valían.
Y no es que lo valieran porque supe de células y calidades. Lo valían porque mamá había confiado en ellos decidiendo no saber. De la única manera en la que vale confiar. 

Ahora sí, paradójicamente ya legrada, arrancada y rota por dentro, en el sentido más literal del concepto. Lista para que mis tontas celulitas empiecen a trabajar como deben. 
Cartelito que me dejaron mis chiquis la noche anterior


Algo de info:
El scratching endometrial, también llamado injury, biopsia, microaspirado, legrado, etc., tiene varias funciones. La principal es enviar a patología a analizar las células que se aspiran. Fundamentalmente para intentar encontrar endometritis, una inflamación del endometrio que puede ser crónica o no, que puede ser producto de alguna bacteria, cánulas, legrados, o simplemente inflamatoria por los procesos hormonales a los que nos sometemos. Es muy común encontrarla en mujeres con fracaso de implantación. Y solamente puede descubrirse con este estudio. Los papanicolao no pueden encontrarla, ni tampoco todos los cultivos de flujo del mundo. Solamente la biopsia, que se puede hacer como me hicieron a mi, o junto con una histeroscopia. 
Y digo que analizar patológicamente el endo es la principal función de la biopsia porque la endometritis, si no es tratada con antibióticos hasta erradicarla, o sumando corticoides para "aquietarla", impide la implantación. Así de sencillo y simple. 

Pero, además, se supone que tiene otra función.
Hace unos cuantos años, realizaban la biopsia para extraer células del endometrio para cultivarlas en laboratorio y ahí poner a "crecer" a los embrionres. Lo que se conoce como cultivo endometrial. Ese famoso cultivo aumentaba muchísimo la tasa de embarazo, por lo que empezaron a utilizarlo en casi todos los ciclos de fiv/icsi. Con el tiempo, y hace no mucho, se dieron cuenta que aumentaba las tasas de embarazo en las mujeres en las que se les había quitado un trocito de endo en el ciclo anterior a la transferencia. No en las mujeres que ya tenían endo congelado y lo cultivaban posteriormente. Por lo que llegaron a la conclusión que no era el cultivo endometrial en el que se colocaban los embriones lo que daba resultado, sino la "lastimadura" que provocaba el procedimiento. 
Este raspado actualmente lo recomiendan para los fracasos recurrentes de implantación. Y se supone que funciona por varios aspectos. Pero de manera sencilla podría explicar que la curación de daño localizado induce la expresión de ciertos genes y moléculas que juegan un papel fundamental en la comunicación entre endometrio y el embrión.
Acá les va un link de una investigación premiada sobre el tema por si quieren leer un poquito más. Está en inglés pero es de un equipo médico donde me atiendo por lo que me gustó más compartirla http://www.procrearte.com/esrhe
Igualmente, Dr. Google tiene bastante información al respecto. 

Por cierto, no está de más chequear que no se tenga inflamación como endometritis antes de seguir intentándolo. Al principio no tiene sentido porque la biopsia también puede ser culpable de despertarla, así que no se trata de dañar a priori algo sano. Y tampoco podemos dejar nuestro útero en manos de cualquiera porque se nos dio la gana hacerla. Consúltenlo. Busquen opiniones. No lo hagan a escondidas. Un raspado mal hecho es como un mal hecho legrado. Ni más, ni menos. Y sabemos que eso puede traer consecuencias.
 Además, hay una asociación entre algunos problemas y un mal funcionamiento de las células del endometrio. Las famosas Natural Killer (nk). Las enfermedades autoinmunes, entre las que se encuentra el saf, algunas otras patologías y algunas mutaciones genéticas, son proclives a generar aumento de estas células. Algunas teorías consideran que es mejor bajarlas con medicamentos, como antihistamínicos, corticoides, o aine´s (antiinflamatorios no esteroides). Otras teorías, creen que hay que redirigirlas, enseñarles a comportarse como debieran. Para estas teorías se realiza el scratching, o también se dan vacunas de linfocitos paternos. La idea no es inmunosuprimirnos sino encausarlas al buen camino. Ya que las nk no son tan malas como se cree. Y, por cierto, son un tipo de linfocitos, parte de nuestros glóbulos blancos. También son las encargadas de hacer que el embrión implante y crezca, de protegerlo. Algunas chicas tienen muchas malditas nk. Otras, como creo serlo yo, tenemos a las nk haciendo el trabajo incorrecto. 
Sé que el tema es largo y complicado, pero no quería dejar de explicarlo por las conversaciones largas y complejas que armamos en twitter y mi imposibilidad de decir todo esto en 140 carácteres. 







jueves, 12 de noviembre de 2015

Creer


Soy artista. No es que me esté adjetivando. Vivo del arte. Creo arte fantástico. Esa es mi profesión.
Y lo peor de todo, es que no puedo ser más racional!!!
Todos los días invento mundos de fantasía.

Pero no dejo de aprender sobre el desarrollo embrionario y sus medios de cultivo, por ejemplo. Leo investigaciones en todos los idiomas. Aprendo. Entiendo. Traduzco (y no tanto por el idioma sino por lo complejo).
Hablo con mi médico casi como si fuera su colega. No porque me sienta  médica, sino porque nuestro lenguaje es puramente científico. Hablamos de calidades, fragmentaciones, pronúcleos y capacidades evolutivas.

No hay caso. No puedo. Esta vez lo necesito. Necesito ser un poco de artista. Creer en esos mundos que invento a diario. Creer que soy uno de esos personajes. Que tengo poderes mágicos. O que nuestros embriones lo tendrán. Capaces de combatir dragones con la mirada. O de superar la desvitrificación sin perder células. Como si fuera casi lo mismo.

Mañana, voluntariamente y casi sin que me quede mucha opción, me vuelven a hacer el scratching (o injury o biopsia con microaspiración) endometrial. Y es la primera vez que vuelvo a ver a mi doctor luego de la punción. 

Y, como siempre, pasé todo el día nerviosa pensando (no en el puto dolor de esta puta prueba que necesito y que juré no volverme a hacer). Nerviosa porque quiero saber. Quiero que me diga con detalles qué pasó. Cuáles son sus calidades. Cuándo se cayeron los demás. Si se bloquearon, fragmentaron, o mostraban signos de multinucleación que supusiera un problema de activación cromosómica propia. Quiero que me confirme que se congelaron a día 2 porque no iban a poder tener observación en día 3 como para confirmar un día 4 sin sobresaltos. Quiero que me asegure que más o menos nos pasó lo mismo que siempre, y  no que esta vez estamos mil veces peor. Que el día 2 no significa nada, que sólo fue una cuestión estratégica de laboratorio por ser simplemente un sábado. Que tenemos muchísimos menos porque eso esta vez es mejor. Que no tendremos dos transferencias como ya tuvimos, porque con una va a ser suficiente. Que él cree en ellos. 

Qué loco. Necesito que mi doctor, un hombre de ciencia, me diga que cree en nuestros embriones. Y yo, su mamá, una artista de lo fantástico, que cree en unicornios y gnomos, no puede creer en lo que más ama en el mundo.
Y me voy a dormir con muchos nervios por mañana. Pero pidiéndole a mis brujitas de la suerte que me ayuden a no preguntar, a confiar, a creer. Más allá de la información científica. Más allá de la ciencia.

Solamente con el amor que siento por mis pequeñitos embriobebés.

Ya no quiero que tanto dolor pasado me quite la fe. 


martes, 10 de noviembre de 2015

Cinco


No importa cómo, sólo importan ustedes!

El sábado nos fuimos con papá a pasear para no estar en casa y no pensar. Y encontramos este bloquecito con imán que compramos para ustedes, para lo que sea que fuera. Lo pusimos en la heladera y lo dejamos esperando. Como esperamos nosotros.
Hoy pude completarlo. Tenemos 5 embrioncitos muy pequeñitos congelados el sábado, a última hora, que se veían bien. El resto, sin muy buen pronóstico, se dejó seguir esperando se cayeran. Todavía hoy a la tarde estaban en marcha, aunque con la casi absoluta certeza de que no lleguen a mañana. Esos que siempre se nos cayeron. Esa cantidad enorme de embriones que siempre hicimos para nada. Que tuvimos todos que congelar para asegurarnos tener transferencia, y que veíamos autodestruírse cuando se desvitrificaban.

Esta vez es distinto, el destino (y el domingo) quiso que así fuera. No tenemos embriones malos de más. Se dejarán ser para dejarlos caer naturalmente, sin congelarlos y descongelarlos. Sin falsas espectativas. Mientras nos aseguramos una transferencia con los cinco que nos quedaron guardados. Que seguramente se dejarán seguir un día más post descongelación, para asegurarnos esta vez sí que sean evolutivos y aptos.
Todo es distinto, sí. Como todo lo fue de entrada.
Tal vez, esta vez, el resultado también lo sea.

Como me dijo nuestro doc hoy: 
"tenés cinco embriones congelados, tenemos una chance!".

Y mi corazón, después de tantos días de dolor, volvió a latir.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Peleándola


Hoy te quiero escribir solamente a vos. Y lo que escribo no quiere decir que  no crea, con todo mi alma, mi cuerpo todavía adolorido, y mi corazón, que vos estás ahí, en Bulnes, en un segundo piso, peleándole a la vida tu única carta. 
Que no te fue fácil superar una carga genética complicada. Que cada segundo desde que te formaste ese jueves a última hora, ya casi madrugada del viernes, tuviste que hacerle frente a un destino complicado. Porque papá y yo somos complicados. Porque ya de entrada, desde mucho antes de que siquiera existas, venimos un poquito fallados. Y sabemos que esa fallita se la pasamos antes a muchos como vos. Y que vos, igual que ellos, ya desde tan pero tan chiquitito como un solito día de vida, estás intentando no ser lo que tus padres son (como nos pasa a todos los hijos, acostumbrate porque así de jodidos somos todos en este mundo).
Y que lamentamos mucho tengas que hacerte cargo de este problema. Ningún chico tan chiquitito debería. Pero te prometemos hacer todo para compensarlo. Que sepas que si la peleas bien fuerte, como la peleamos papá y yo todos los días, vamos a darte la mejor de las vidas que puedas imaginar. Que eso tan complicado contra lo que luchás, en unos días ya no va a importar más, porque si lográs, como todo hijo debiera, ser vos mismo y dejar de ser lo que nosotros somos, vas a ser el embrioncito más fuerte del mundo. 

Pero hijo, si no estás ahí, en Bulnes, en un segundo piso en este momento, queremos que sepas que no importa. Que no es tu culpa. Ya estuvimos hablando con papá toda la noche sobre cómo ayudarte a llegar a existir. Sobre todo lo que podemos renunciar para darte una chance. Sobre qué fallita tenemos que quitar del medio para que a vos no se te haga tan complicado encontrarnos. 

No te preocupes. Vos esperanos. Que papá y yo desde acá vamos a pelearla, para que vos no tengas que pelearla tanto. 

domingo, 8 de noviembre de 2015

Carrera de obstáculos: Punción (2)

Continuación...



El anestesista me dice que yo ya sé cómo es esto. Que me iba a empezar a dormir. Le digo que sí. Y que si digo pavadas por favor no me las cuenten para no mortificarme. Me dice que se quedan horas riéndose de las pacientes dormidas. Le pregunto si después voy a ver el video en youtuve. Me contesta que ponga mi apellido y me fije que seguro salen todas las veces que entré a quirófano. Y mi médico me agarraba la mano y se ríe. Y yo sigo sin dormirme. Sé que ya han abierto la canillita. Charlamos un rato más.
Y de pronto estaba el anestesista preguntándome cómo me sentía, y la "especialista del espéculo" ubicada en su lugar limpiando otra vez la zona. Siempre me da bronca sentir que dura tan poquito, con las ganas que tengo de dormir!!!

Mi doctora vino a avisarme el número mientras yo seguía recostada y me quitaban todo de encima. Me dijo "17 sacamos!". Y, mirando a las enfermeras les dice "y con 150 de medicación nada más". Volvió a mirarme a mí y me dijo con cara de loca "sos una fábrica". Me reí. Me causó mucha gracia la expresión. Esperaba que esta vez sí diera sus frutos. Porque ya hace dos años que vengo fabricando sin muy buenos resultados.

Me ayudaron a levantarme y me acompañaron a la habitación con el suero conectado. Mi marido me esperaba sonriente. Me tiraron en el sillón, lo recostaron y me taparon con la manta. Ni bien se fueron le dije el numerito. No podíamos creerlo!
Charlamos un rato, le conté los detalles. Como verán, me encanta ser detallista.

Entró mi doctor. Le dije que menos mal que eran poquitos! Me contestó algo así como "y… esa gente que dice mentiras…". El, básicamente él me había estado mintiendo todos estos días!!! Se lo dije y lo asumió. No me podía seguir mintiendo diciéndome alguna tontería como que 10 o 12 habían aparecido de la nada de pronto!
Me mandó tomar la famosa pastillita molesta (primolut nor) hasta el 22 de noviembre y el 26 volver para ecografía. 
Me dijo lo difícil que sería ir por ciclo natural porque era muy probable que quedara algún folículo residual y ese o esos los tendría que sacar con pastillas. Que veíamos si hacíamos la semana que viene la biopsia. Y que cualquier cosa, en caso de no poder transferir al siguiente ciclo, la volviéramos a repetir sólo con el scratching. Que mañana lo llame para saber cuántos habían fecundado. Que el Ionóforo de calcio iba a ayudarlos en eso (y también nos confesó que ayuda un poco en la división celular pero eso lo dejo para la entrada que prometí). 
Y que el martes hablábamos de nuevo para ver qué habían congelado porque los iban a dejar ir a blastos. Mi marido le dijo que le gustaba su confianza. Mientras mis ojos me daban vueltas del pánico. Él me vio. Y me dijo "que llegue lo que tenga que llegar, vamos a confiar". Difícil de discutir contra semejante entusiasmo. Aunque no dejo de caminar por las paredes.
Mientras nos hablaba yo me retorcía apretando el ovario derecho. Me dijo que era normal, porque muchas veces al punzar tantas veces el ovario se acumulaban sangre y eso iba comprimiendo y provocaba dolor.
Le dije que me contestara sinceramente si estaba muy hiperestimulada porque la hematóloga me dijo que, de ser así, tenía que inyectarme heparina durante siete días más. Se miraron entre los dos, y me contestaron que sí. Cosa que me dejó bastante triste. Más inyecciones dolorosas. Más gastos. Más malestar!
Se fueron dejándonos todas las indicaciones.

Al segundo entró una enfermera a darme un sublingual porque el médico le dijo que estaba muy adolorida. Pasados quince minutos entró el anestesista y me preguntó si el dolor era como una menstruación fuerte. Le dije que no, que eran como latidos en el ovario derecho y en la cintura a la misma altura. Me dijo que iba a esperar cinco minutos más y sino me iba a inyectar un antiespasmódico que tenía algunos efectos secundarios. Por eso quería esperar para saber si el analgésico me hacía efecto.
A los cinco minutos el dolor seguía igual, sino peor, así que me pusieron otro suero y mandó por la intravenosa toda una jeringa llena del antiespasmódico. Me hicieron cambiar la postura para ponerme más de costado. Y así me quedé, apretándome lo más que podía y arrinconada. A la media hora ya me sentía mucho mejor y el dolor se había hecho tolerable, casi normal. Pasó otra media hora más para que termine de bajar el suero. En ese rato pude ir un poquito al baño a hacer pis y a ponerme una bombacha y una toallita porque perdía sangre de lo lindo.
Jamás me había pasado. Tanto dolor. Tanto malestar. Ni tanta sangre. 

Por fin, más de dos horas de poder haber tenido el alta, me pude ir. 

En casa apenas pude probar bocado, ni dormirme, ni nada de nada. Me sentía mal, muy revuelta, y terriblemente adolorida. Por indicación me tomé un ibuprofeno 600 y a esperar que me haga efecto. Todavía sigo esperándolo!
Cansada. Molesta. Feliz. Con pánico! 

Deseando que sea mañana. Pero más deseando que sea el martes y pueda saber si por fin, esta vez, por primera vez, podemos tener algún blastocisto para transferir.
Así comenzó nuestra primera posta de la carrera de obstáculos. Objetivo: punción.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Carrera de obstáculos: Punción (1)


Nos levantamos temprano. Me pegué un buen baño, de esos que sólo dejás correr el agua porque, sinceramente, la noche anterior me había bañado. Sólo quería estar bien libre de productos cosméticos para entrar al quirófano, e intentar aliviar un poco mi dolor de cintura. 

Me estrené remerita barata de París que compré para la ocasión y una hermosa pashmina haciendo juego que me regalaron para mi cumpleaños. Ahí me ven en la foto camino a la clínica, con Positivito, nuestro osito adoptado hace más de dos años, cuando arrancábamos con la primer consulta en la clínica, para que nos llene de energías positivas y sonrisas. Por cierto, él nos acompaña a todos lados. Hasta entra a las ecos conmigo (pero shhhh porque nadie lo sabe!).

Sigo.
Llegamos. Fuimos a administración a abonar el Ionóforo de Calcio (ya subo una entrada explicando un poco qué es eso). Firmamos todos los consentimientos que ya teníamos leídos y prellenados. Y nos sentamos a esperar. Al ratito mi cintura estaba partida al medio. Eran los folis ya queriendo reventar!!! Fui al baño varias veces, con esa sensación de que la vejiga te arde de tanto pis que no tenés. 

Por fin mi apellido. Nos pusieron botitas de papel a los dos. Y a la habitación bonita, la del fondo, la que tiene baño privado y silloncito reclinable divino. Un segundo antes le dije a maridito que tardaban en llamarnos porque nos iban a dar la SUPER habitación. Y tenía razón! Sólo estuvimos en esa habitación una vez, la primera. Cuando todo se desbarrancó en ese día. Yo explotando del dolor. Y la muestra de mi marido que no servía. Era hora de volver a tomarle cariño a ese lugar.
 La enfermera me preguntó el horario de la última inyección, antecedentes y demás cuestiones técnicas. Y me dejó cambiar.

En cuanto me empecé a poner la bata apareció el anestesista. Debo de confesar que ese tipo es de lo más maravilloso que el mundo infértil me cruzo. Nos reconoció de rostro, ya que tanto maridito como yo ya habíamos pasado por sus gloriosas manos. 
Hablamos un poco. Me preguntó por la trombofilia y me tranquilizó con que para él no era ningún inconveniente. Le dije que estaba un poco sensible con las agujas. Que me hice miles de estudios y me he sacado litros y litros de sangre sin problema. Pero este último tiempo me había vuelto demasiado asustadiza. Me dijo que era lógico, muchas veces de tanto camino recorrido y tanto manoseo. Me gustó que dijera eso. Saber que un especialista de la salud reconoce nuestra lucha es siempre muy emotivo.
 Y que en un ratito me llevaban a quirófano, que el vial me lo iba a colocar allá mismo. Eso estuvo bueno!

A los dos minutos me llevó la enfermera. Todo un show subirse a la mesa tan incómoda y alta (sobre todo para pequeñitas como yo). El anestesista me colocó el vial y luego lo cambió por una aguja flexible para que no me lastime. Me dijo que sólo hacia eso con la gente que le caía bien. Yo sabía que era mentira pero de las lindas. Y que su esposa se llama como yo, que la soporta hace 42 años de casados, más 8 años de noviazgo. Le dije que entonces se había casado a los 10 y todos en el quirófano dijeron que yo era de las pacientes piolas, las que saben lo conveniente que es tratar bien a quien te droga durante la tortura.
Vino mi doctora y me saludó. Vino otra doctora que no conozco y empezó a limpiar un poco la zona. Me la presentaron como "la especialista en espéculos", pero no pude comprobarlo porque no hizo nada mientras yo estuve despierta.

Y vino mi doc. No sé qué es lo que pasa pero las ya 5 veces (sexta con esta) que estuve en quirófano, cada vez que él entra se corta la música, se apagan las luces y como un reflector lo ilumina, y todos se dan vuelta para ver su entrada triunfal. Juro que no lo imagino. Porque todavía no me activaron la anestesia. Siempre me causa mucha gracia y es motivo de risas entre maridito y yo después, cuando le cuento los detalles.
Me saluda cariñoso. Me pregunta cómo anda mi "pancita" y cómo andan mis nauseas. Le digo que esta vez me siento bastante bien, sobre todo comparando con las otras. Y que eso es peor porque entonces mi cabeza empieza a pensar cosas. Que cuando me sentía tan mal sólo quería que me los saquen. Ahora que estoy relativamente bien, no quiero! Me reta. Siempre me reta. Y yo aprovecho.
Ya voy a escribir una entrada sobre nuestro doctor en algún momento. Por ahora les cuento que es una persona bastante particular, reservada, poco expresiva. A mi me hace acordar mucho a mi papá (aunque es bastante más joven que lo que era mi viejo). Pero tiene esa actitud paternal que él tenía conmigo. Esa de cuidarte y preocuparse por vos pero sin demostrarlo mucho porque le molesta ser sensible. Y yo, además, siempre soy una roca. 
Cuando voy al médico, voy al médico, nunca al psicólogo. Así que jamás le llore, ni en las peores noticias. Ni siquiera me emociono ni un poquito. No me sale. No puedo en público.
Pero cuando estoy en quirófano aprovecho. Es el único momento en que mi doctor agarra mi mano, la aprieta fuerte y la acaricia. Y a mi me hace bien sentirme en ese momento protegida. 
Sé que en cuánto me despierte vamos a volver a hablar de cuestiones técnicas, sin la más mínima emotividad. Ahora no, ahora estoy hiper hormonada, adolorida, desnuda, con las piernas atadas, y un vial saliendo de mi vena. A punto de que me claven una aguja alrededor de unas 30 veces, un lugar que sólo se inventó para dar placer y parir un hijo. Ni lo uno, ni lo otro.

Continuará...

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Conclusiones de mi tercera estimulación


No voy a contar por acá los datos técnicos, porque de esos ya detallé hasta el modelo de turunda de algodón en 3° ICSI (en vivo)

Pero debo de decir que esta estimulación fue rara en todos los sentidos. 
- Empezó tropezada, con indicaciones por teléfono por mi médico varado en el exterior, y pseudo "automedicándome" la dosis yo misma porque a la distancia, y sin mi ficha, la memoria no abunda. Tan rara arrancó que en la última ecografía recién le pedí la planilla a mi doctor para que  me quede de recuerdo (y  me completó todos los días de estimulación que pasaron en ese momento).

- Rara porque fue escasa. Me daba risa prepararme 75 de Gonal en semejante lapicera! Sentir que no estaba haciendo nada, que me tenía que inyectar más abajo para que entre "más cerca" de los ovarios.
Porque fue con heparina, ya diagnosticada con trombofilia hereditaria y saf. Con lo que la maldita heparina implica, desde el precio y lo complejo de conseguirla cubierta, hasta los moretones que te deja por todo, o el miedo de trabajar con cutters y objetos afilados estando anticoagulada (aunque pueda parecer una tontera, es un tema que intento no pensar para no preocuparme más de la cuenta). 

- Rara porque me hizo vivir los últimos 5 días con nauseas. Apenas puedo comer alguna cosa sencilla dos veces al día para no desmayarme. Pero mi estómago revuelto no me dejó ni dormir. Cosa que jamás me había pasado (y las otras dos veces estuve muchísimo peor!). 

- Muy rara porque fue la primera vez que tuve que rezarle a todos los santos para que los folículos crezcan. Sólo fue un susto, pero siempre he tenido que rezarle al santo del Menopur para que no me pase de rosca.

- Y rara, sobre todo, porque la hice pública en este blog y en twitter. Con todo lo que eso significa. Sentirse acompañada. Saber que, por primera vez, a alguien además de mi marido le iba a importar cuántos folículos tenía. Iba a entender de detalles (y de miedos). Eso implicó también buscar otros datos que nunca me había preocupado en saber. En realidad, no es que no me preocupara pero siempre hiperestimulé muy feo y, la cantidad y el tamaño de los folículos, es algo que mi doctor prefirió siempre mantener en secreto. Esta vez chusmee, miré, leí, averigüé, pregunté y pregunté. Obtuve los datos. Supe de números y medidas. Cosa que hoy, a un día de la punción, me arrepiento de haber hecho. Porque no puedo comparar, porque no tengo información de las demás veces. La única información que sé es que las otras veces me sacaron mucho, que mucho era maduro, que hicimos muchos embriones divinos. Y que, indefectiblemente, se cayeron demasiado rápido. Que tuve 40 pequeños aliens en mis ovarios para apenas conseguir 2 embriones para transferir porque todos se cayeron.


No puedo más que asustarme al imaginar cuántos quedarán de estos menos que tengo ahora. Si la jugada nos habrá salido bien. Si el hacer menos sirvió para hacer mejores. Si van a quedarme 2 o 4 embriones hermosos, divinos, perfectos (como tuvimos de transferencia) e igual así no van a quedarse. Qué difícil es saber, y saber tanto, cuando esto no es matemático. Y los únicos datos que tengo son puramente numéricos.

Y tan ilusa estaba yo de esos "pocos" folículos que leía en los papeles, que hasta me atreví a preguntarle a mi doctor si iba a desencadenarme la ovulación con el Ovidrel (inyección de hcg que en cada estimulación compro y termino sin usar). Tonta de mí. 

Y también le debatí sobre cuándo y cómo hacer la biopsia endometrial, scratching o injury. Porque, definitivamente, si mi bolsillo puede pagarlo (averiguación mediante) no van otra vez a extirparme las entrañas sin anestesia. Y me dijo que la biopsia la íbamos a hacer en el ciclo anterior a la transferencia.  Y que la transferencia no iba a ser el próximo ciclo seguro. 
Y no quiso decirme más no quiso adelantarse, ni deprimirme en este momento donde lo importante es la punción de mañana. Pero yo sé lo que eso significa. Tal vez tampoco transfiramos al siguiente. Porque para poder tener un ciclo natural ovulatorio y transferir sin estradiol que tanto mal me hace, tengo que dejar que mi cuerpo se limpie de las gonadotropinas.
Desde el primer tratamiento supe que nunca iba a tener transferencia luego de la buena onda de la estimulación. Que era de las que tenían que esperar. Pero mi cabeza y corazón se había acostumbrado a tomar pastillita diez días más y ya empezar a hacer ecografías para esperar recibirlos.

Y sé que es lo mejor. Que yo soy la culpable de querer transferir en ciclo natural. Y que tengo la suerte de tener un doctor que me entiende y me apoya con eso. Pero también sé que se viene otra Navidad sin tener una ilusión conmigo. Y que mi cuerpo pasó seis meses de darme las más dolorosas inyecciones de mi vida (las vacunas de linfocitos). Suportó un mes de hinchazón y gases de pastillas anticonceptivas. Doce días de estimulación en donde quedé con kilos de más, naúseas horrendas, estómago vacío, la espalda partida, y un ovario clavado en mis intestinos. Para mañana quedarme sin nada. Para no tener la suerte de saber que estoy por arrancar con lo más hermoso. Para simplemente otra vez, sentarme a esperar que mi cuerpo siga trabajando. Como si ya no le hubiera pedido demasiado. 

Así quedó mi pancita anoche, después de la ULTIMA inyeccion!
 
Este cambio de inicio tan exótico, además, me dejó una duda horrible que intenté sacar con mi doctor también en la ecografía de ayer. Siendo que en la clínica no trabajan los domingos, a cuántos días los chiquitos se irían a vitrificar. Yo sé que no es partidario de congelarlos a día 2, el sábado. Y también sé que, de ocurrir ello, es porque no crean que tenga la calidad suficiente como para soportar hasta el lunes. Pero también sé que cuando los quisimos hacer llegar a día 5, en el día 4 (cuando la carga cromosómica del espermatozoide hace su jugada) se vinieron a pique la mayoría.
Y saber que van a pasar un par de meses, como mínimo, para saber realmente cuántos embriones tenemos en verdad. Sabiendo que ya no puedo entusiasmarme por los 7 o 9 embriones que siempre congelamos en las estimulaciones y que sólo me dejaron pocas posibilidades y tres negativos gigantescos clavados en el pecho.

No estoy triste, en lo más mínimo. No quiero que crean que me vine abajo con tantos detalles angustiantes del pasado y lo que preveo de futuro desastroso. No es así. Tengo toda la energía y el entusiasmo puesto en que esta vez sea la nuestra. Pero mis fantasmas recién comienzan ahora.
A diferencia de la mayoría, que tiene que luchar contra las cantidades y las medidas de los folículos, con ir aumentando la medicación, con el número real de ovocitos maduros. Yo esta parte, ya lo sé, me sale fácil y sin complicaciones. Como le leí por ahí a una muy buena amiga, cada una recorrió un camino muy distinto en esta porquería de la infertilidad. Y no importa donde estén nuestros miedos sino que la recompensa todavía no nos llega.

Mis miedos vienen después. Ni siquiera mañana (espero). Arrancan el sábado o el lunes cuando mi doctor me diga cuántos embriones vitrificaron y sus calidades. Y continúa hasta el día de la transferencia en donde los descongelan, los dejan seguir, y ahí sabemos realmente a qué nos enfrentamos. O, peor y más desconocido aún, cuando ya hicimos todo lo comprobado y hasta lo experimental en que la beta se me corra de 0 y otra vez vuelve a pasar.
Mis fantasmas recién comienzan. Y están ahí, delante de mí. A punto de resucitar.