miércoles, 4 de noviembre de 2015

Conclusiones de mi tercera estimulación


No voy a contar por acá los datos técnicos, porque de esos ya detallé hasta el modelo de turunda de algodón en 3° ICSI (en vivo)

Pero debo de decir que esta estimulación fue rara en todos los sentidos. 
- Empezó tropezada, con indicaciones por teléfono por mi médico varado en el exterior, y pseudo "automedicándome" la dosis yo misma porque a la distancia, y sin mi ficha, la memoria no abunda. Tan rara arrancó que en la última ecografía recién le pedí la planilla a mi doctor para que  me quede de recuerdo (y  me completó todos los días de estimulación que pasaron en ese momento).

- Rara porque fue escasa. Me daba risa prepararme 75 de Gonal en semejante lapicera! Sentir que no estaba haciendo nada, que me tenía que inyectar más abajo para que entre "más cerca" de los ovarios.
Porque fue con heparina, ya diagnosticada con trombofilia hereditaria y saf. Con lo que la maldita heparina implica, desde el precio y lo complejo de conseguirla cubierta, hasta los moretones que te deja por todo, o el miedo de trabajar con cutters y objetos afilados estando anticoagulada (aunque pueda parecer una tontera, es un tema que intento no pensar para no preocuparme más de la cuenta). 

- Rara porque me hizo vivir los últimos 5 días con nauseas. Apenas puedo comer alguna cosa sencilla dos veces al día para no desmayarme. Pero mi estómago revuelto no me dejó ni dormir. Cosa que jamás me había pasado (y las otras dos veces estuve muchísimo peor!). 

- Muy rara porque fue la primera vez que tuve que rezarle a todos los santos para que los folículos crezcan. Sólo fue un susto, pero siempre he tenido que rezarle al santo del Menopur para que no me pase de rosca.

- Y rara, sobre todo, porque la hice pública en este blog y en twitter. Con todo lo que eso significa. Sentirse acompañada. Saber que, por primera vez, a alguien además de mi marido le iba a importar cuántos folículos tenía. Iba a entender de detalles (y de miedos). Eso implicó también buscar otros datos que nunca me había preocupado en saber. En realidad, no es que no me preocupara pero siempre hiperestimulé muy feo y, la cantidad y el tamaño de los folículos, es algo que mi doctor prefirió siempre mantener en secreto. Esta vez chusmee, miré, leí, averigüé, pregunté y pregunté. Obtuve los datos. Supe de números y medidas. Cosa que hoy, a un día de la punción, me arrepiento de haber hecho. Porque no puedo comparar, porque no tengo información de las demás veces. La única información que sé es que las otras veces me sacaron mucho, que mucho era maduro, que hicimos muchos embriones divinos. Y que, indefectiblemente, se cayeron demasiado rápido. Que tuve 40 pequeños aliens en mis ovarios para apenas conseguir 2 embriones para transferir porque todos se cayeron.


No puedo más que asustarme al imaginar cuántos quedarán de estos menos que tengo ahora. Si la jugada nos habrá salido bien. Si el hacer menos sirvió para hacer mejores. Si van a quedarme 2 o 4 embriones hermosos, divinos, perfectos (como tuvimos de transferencia) e igual así no van a quedarse. Qué difícil es saber, y saber tanto, cuando esto no es matemático. Y los únicos datos que tengo son puramente numéricos.

Y tan ilusa estaba yo de esos "pocos" folículos que leía en los papeles, que hasta me atreví a preguntarle a mi doctor si iba a desencadenarme la ovulación con el Ovidrel (inyección de hcg que en cada estimulación compro y termino sin usar). Tonta de mí. 

Y también le debatí sobre cuándo y cómo hacer la biopsia endometrial, scratching o injury. Porque, definitivamente, si mi bolsillo puede pagarlo (averiguación mediante) no van otra vez a extirparme las entrañas sin anestesia. Y me dijo que la biopsia la íbamos a hacer en el ciclo anterior a la transferencia.  Y que la transferencia no iba a ser el próximo ciclo seguro. 
Y no quiso decirme más no quiso adelantarse, ni deprimirme en este momento donde lo importante es la punción de mañana. Pero yo sé lo que eso significa. Tal vez tampoco transfiramos al siguiente. Porque para poder tener un ciclo natural ovulatorio y transferir sin estradiol que tanto mal me hace, tengo que dejar que mi cuerpo se limpie de las gonadotropinas.
Desde el primer tratamiento supe que nunca iba a tener transferencia luego de la buena onda de la estimulación. Que era de las que tenían que esperar. Pero mi cabeza y corazón se había acostumbrado a tomar pastillita diez días más y ya empezar a hacer ecografías para esperar recibirlos.

Y sé que es lo mejor. Que yo soy la culpable de querer transferir en ciclo natural. Y que tengo la suerte de tener un doctor que me entiende y me apoya con eso. Pero también sé que se viene otra Navidad sin tener una ilusión conmigo. Y que mi cuerpo pasó seis meses de darme las más dolorosas inyecciones de mi vida (las vacunas de linfocitos). Suportó un mes de hinchazón y gases de pastillas anticonceptivas. Doce días de estimulación en donde quedé con kilos de más, naúseas horrendas, estómago vacío, la espalda partida, y un ovario clavado en mis intestinos. Para mañana quedarme sin nada. Para no tener la suerte de saber que estoy por arrancar con lo más hermoso. Para simplemente otra vez, sentarme a esperar que mi cuerpo siga trabajando. Como si ya no le hubiera pedido demasiado. 

Así quedó mi pancita anoche, después de la ULTIMA inyeccion!
 
Este cambio de inicio tan exótico, además, me dejó una duda horrible que intenté sacar con mi doctor también en la ecografía de ayer. Siendo que en la clínica no trabajan los domingos, a cuántos días los chiquitos se irían a vitrificar. Yo sé que no es partidario de congelarlos a día 2, el sábado. Y también sé que, de ocurrir ello, es porque no crean que tenga la calidad suficiente como para soportar hasta el lunes. Pero también sé que cuando los quisimos hacer llegar a día 5, en el día 4 (cuando la carga cromosómica del espermatozoide hace su jugada) se vinieron a pique la mayoría.
Y saber que van a pasar un par de meses, como mínimo, para saber realmente cuántos embriones tenemos en verdad. Sabiendo que ya no puedo entusiasmarme por los 7 o 9 embriones que siempre congelamos en las estimulaciones y que sólo me dejaron pocas posibilidades y tres negativos gigantescos clavados en el pecho.

No estoy triste, en lo más mínimo. No quiero que crean que me vine abajo con tantos detalles angustiantes del pasado y lo que preveo de futuro desastroso. No es así. Tengo toda la energía y el entusiasmo puesto en que esta vez sea la nuestra. Pero mis fantasmas recién comienzan ahora.
A diferencia de la mayoría, que tiene que luchar contra las cantidades y las medidas de los folículos, con ir aumentando la medicación, con el número real de ovocitos maduros. Yo esta parte, ya lo sé, me sale fácil y sin complicaciones. Como le leí por ahí a una muy buena amiga, cada una recorrió un camino muy distinto en esta porquería de la infertilidad. Y no importa donde estén nuestros miedos sino que la recompensa todavía no nos llega.

Mis miedos vienen después. Ni siquiera mañana (espero). Arrancan el sábado o el lunes cuando mi doctor me diga cuántos embriones vitrificaron y sus calidades. Y continúa hasta el día de la transferencia en donde los descongelan, los dejan seguir, y ahí sabemos realmente a qué nos enfrentamos. O, peor y más desconocido aún, cuando ya hicimos todo lo comprobado y hasta lo experimental en que la beta se me corra de 0 y otra vez vuelve a pasar.
Mis fantasmas recién comienzan. Y están ahí, delante de mí. A punto de resucitar.

2 comentarios:

  1. Dios santo!!! Que valiente sos,pasar tanto dolor, pero lo mas difícil son las angustias y miedos, él no saber que es lo que va a pasar, y él coco que no para, tantas preguntas.....,ojala salga todo bien es mi deseo de corazón,un beso

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  2. Y sin duda alguna tú estás recorriendo el camino que te ha tocado con mucha valentía, aunque los miedos se apoderen como es normal en tantas esperas e incertidumbres...pero ya va quedando menos compañera.
    Mientras tanto mantén a raya a esos fantasmas, sí aparecen, pero no dejes que te empañen esas gafas con las que vemos el futuro.
    Mucho ánimo mi guerrera!!!!

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