Hace mucho tiempo
hice una promesa.
Cuando descubrí las
indirectas de mi médico en los estudios y los tratamientos que me mandaba a
realizar. Cuando las sospechas de un problema inmunológico se hicieron verdad.
Cuando poco a poco fui asumiendo que, definitiva y claramente, mi cuerpo estaba
aniquilando lo que más deseo en el mundo.
Y en los ficheros mentales de
infertilidad en la que nos ponen nuestros médicos, yo estoy colocada desde hace
rato y sin notarlo en uno que se debe de titular algo así como "la que
aniquila todos los buenos embriones que le transfiero".
Perdón si les suena
tan feo leerlo como suena en mi cabeza cada vez que lo pienso. Cuando mi médico
lastima mi útero a propósito, dolorosamente, varias veces, para que las células
de mi cuerpo se encarguen de reparar el daño en vez de atacar lo que tanto
quiero. Cuando pasé los últimos 6 meses inyectándome glóbulos blancos de mi
marido (las más dolorosas inyecciones que pueda experimentar!) sin ni siquiera
medir las consecuencias a futuro, para que les enseñen a mis estúpidos y
asesinos glóbulos blancos cómo se tienen que comportar.
Cuando tengo que
inyectarme anticoagulantes todos los días porque eso baja mis defensas. Al
igual que la vitamina D, las vitaminas B extra que tomo, la dieta baja en
histaminas, los antiinflamatorios, la metformina, el daflón. Todas "medicinas" para bajar mi sistema inmunológico. Y todo lo que implica que tu cuerpo atente
contra tu propio cuerpo.
Prometí que esta vez
iba a creer.
Tuve tres
betaesperas distintas, alguna más positiva que otra. Pero en todas dudé de la
calidad de mis embriones, incluso sabiendo que nuestro médico (ya saben que él
no es ni optimista ni exagerado) los calificó de lo mejor. Y pasada la primer
semana de tortura, de pronto me sentí vacía. Así de literal. Y me costó mucho
seguir manteniendo la buena energía presumiendo (o sabiendo, o intuyendo) que
mis chiquitos ya no estaban conmigo.
Prometí que si lo
intentábamos una vez más, iba a confiar.
Que iba a vivir cada
uno de los 14 días como el inicio de algo nuevo. Sintiéndome embarazada desde
el primer segundo, y en cada momento. Hablándole a mis peques todos los días.
Sin sentirme tonta por hablarle a la nada misma.
Y eso prometí porque
sentí que sólo así podía sentirme bien conmigo misma. Pase lo que pase.
Pero cuando ya queda
tan poco para irlos a buscar. Y pienso en todo lo que mis niños tuvieron que
superar para tener una oportunidad. En un adn fragmentado y unos óvulos ya
viejitos. En tanto manoseo biológico. En morirse de frío. Y volver a morirse de
calor en una incubadora.
Les hablamos todos
los días. Les recordamos lo fuertes que son. Les decimos cuánto falta para
conocernos.
Pero tengo miedo. Por
ellos. Por tanto que nos costó hacer vida. No porque no pueda confiar en ellos. Ya no. Ya sé dónde está el problema. Donde estuvo siempre y jamás lo quise ver.
Por mi cuerpo. Porque no quiero que,
otra vez, mi cuerpo los destruya.
Soy muy fuerte.
Hasta acá.
A partir de ahora
mis convicciones empiezan a flaquear. Y tengo miedo.
Y me cuesta mantener
mi promesa.
Me recuerdas mucho a lo que yo sentía hace tiempo, sabes explicar muy bien lo que se siente en una beta espera, como pasas de la ilusiones de los primeros días al vacío de la segunda semana porque ya no sabes si siguieron creciendo , si se fueron hace tiempo ni ya no sabes ni que esperar... Pero lo bueno de esta siguiente vez es que te estas preparando muy bien.
ResponderEliminarConozco ese sentimiento de "matar " embriones por culpa de mi cuerpo... Mi útero también se encargaba de ello y me sentía tremendamente culpable, pero ahora es diferente porque yo actué como tu lo estas haciendo, confiando en que esta vez con tu tratamiento tan completo va a ser diferente, tu cuerpo va a aceptar a esos embriones .
En mi cuarta fiv yo confié como tu bien te propusiste, pero antes del tratamiento tenía mucho miedo de fallar de nuevo, me sentía negativa y muy muy vulnerable, es normal... Es el puñetero miedo que nos atrapa! Pero una vez que estás en pleno proceso , una vez que la transferencia transcurre, esa confianza vuelva a aparecer. Y conseguí vivir mi última beta espera (después de 11 betas esperas! ) con ilusión, sin pensar en el futuro, si no en el ahora, viviendo ese momento , creyéndome embarazada. Me propuse vivir mi embarazo aunque sólo fuera de 15 días, hasta que me dijesen una vez más que no lo había conseguido... Pero esa vez fue diferente! Ojalá te pase lo mismo. Aunque ahora te falten las fuerzas, es lo más normal del mundo.
Mucho ánimo!
Qué duro leer y ver reflejado como tan bien lo haces el saber que el "enemigo" es tu propio cuerpo... Y saber todo lo que has tenido que sufrir tanto en tu mente como en tu piel para resolverlo.
ResponderEliminarEspero, desde lo más profundo de mi corazón, que todo cobre sentido muy pronto y como Merimeri, tu bebé pueda crecer tranquilo en el cuerpo de su mamá.
Te mando todo mi amor y fuerza.