lunes, 23 de noviembre de 2015

Una promesa


Hace mucho tiempo hice una promesa. 




Cuando descubrí las indirectas de mi médico en los estudios y los tratamientos que me mandaba a realizar. Cuando las sospechas de un problema inmunológico se hicieron verdad. Cuando poco a poco fui asumiendo que, definitiva y claramente, mi cuerpo estaba aniquilando lo que más deseo en el mundo. 
Y en los ficheros mentales de infertilidad en la que nos ponen nuestros médicos, yo estoy colocada desde hace rato y sin notarlo en uno que se debe de titular algo así como "la que aniquila todos los buenos embriones que le transfiero".
Perdón si les suena tan feo leerlo como suena en mi cabeza cada vez que lo pienso. Cuando mi médico lastima mi útero a propósito, dolorosamente, varias veces, para que las células de mi cuerpo se encarguen de reparar el daño en vez de atacar lo que tanto quiero. Cuando pasé los últimos 6 meses inyectándome glóbulos blancos de mi marido (las más dolorosas inyecciones que pueda experimentar!) sin ni siquiera medir las consecuencias a futuro, para que les enseñen a mis estúpidos y asesinos glóbulos blancos cómo se tienen que comportar.
Cuando tengo que inyectarme anticoagulantes todos los días porque eso baja mis defensas. Al igual que la vitamina D, las vitaminas B extra que tomo, la dieta baja en histaminas, los antiinflamatorios, la metformina, el daflón. Todas "medicinas" para bajar mi sistema inmunológico. Y todo lo que implica que tu cuerpo atente contra tu propio cuerpo. 

Prometí que esta vez iba a creer.

Tuve tres betaesperas distintas, alguna más positiva que otra. Pero en todas dudé de la calidad de mis embriones, incluso sabiendo que nuestro médico (ya saben que él no es ni optimista ni exagerado) los calificó de lo mejor. Y pasada la primer semana de tortura, de pronto me sentí vacía. Así de literal. Y me costó mucho seguir manteniendo la buena energía presumiendo (o sabiendo, o intuyendo) que mis chiquitos ya no estaban conmigo.

Prometí que si lo intentábamos una vez más, iba a confiar. 

Que iba a vivir cada uno de los 14 días como el inicio de algo nuevo. Sintiéndome embarazada desde el primer segundo, y en cada momento. Hablándole a mis peques todos los días. Sin sentirme tonta por hablarle a la nada misma.
Y eso prometí porque sentí que sólo así podía sentirme bien conmigo misma. Pase lo que pase.

Pero cuando ya queda tan poco para irlos a buscar. Y pienso en todo lo que mis niños tuvieron que superar para tener una oportunidad. En un adn fragmentado y unos óvulos ya viejitos. En tanto manoseo biológico. En morirse de frío. Y volver a morirse de calor en una incubadora. 

Les hablamos todos los días. Les recordamos lo fuertes que son. Les decimos cuánto falta para conocernos.
Pero tengo miedo. Por ellos. Por tanto que nos costó hacer vida. No porque  no pueda confiar en ellos. Ya no. Ya sé dónde está el problema. Donde estuvo siempre y jamás lo quise ver.
Por mi cuerpo. Porque no quiero que, otra vez, mi cuerpo los destruya. 

Soy muy fuerte. Hasta acá.
A partir de ahora mis convicciones empiezan a flaquear. Y tengo miedo.

Y me cuesta mantener mi promesa. 



2 comentarios:

  1. Me recuerdas mucho a lo que yo sentía hace tiempo, sabes explicar muy bien lo que se siente en una beta espera, como pasas de la ilusiones de los primeros días al vacío de la segunda semana porque ya no sabes si siguieron creciendo , si se fueron hace tiempo ni ya no sabes ni que esperar... Pero lo bueno de esta siguiente vez es que te estas preparando muy bien.
    Conozco ese sentimiento de "matar " embriones por culpa de mi cuerpo... Mi útero también se encargaba de ello y me sentía tremendamente culpable, pero ahora es diferente porque yo actué como tu lo estas haciendo, confiando en que esta vez con tu tratamiento tan completo va a ser diferente, tu cuerpo va a aceptar a esos embriones .
    En mi cuarta fiv yo confié como tu bien te propusiste, pero antes del tratamiento tenía mucho miedo de fallar de nuevo, me sentía negativa y muy muy vulnerable, es normal... Es el puñetero miedo que nos atrapa! Pero una vez que estás en pleno proceso , una vez que la transferencia transcurre, esa confianza vuelva a aparecer. Y conseguí vivir mi última beta espera (después de 11 betas esperas! ) con ilusión, sin pensar en el futuro, si no en el ahora, viviendo ese momento , creyéndome embarazada. Me propuse vivir mi embarazo aunque sólo fuera de 15 días, hasta que me dijesen una vez más que no lo había conseguido... Pero esa vez fue diferente! Ojalá te pase lo mismo. Aunque ahora te falten las fuerzas, es lo más normal del mundo.

    Mucho ánimo!

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  2. Qué duro leer y ver reflejado como tan bien lo haces el saber que el "enemigo" es tu propio cuerpo... Y saber todo lo que has tenido que sufrir tanto en tu mente como en tu piel para resolverlo.
    Espero, desde lo más profundo de mi corazón, que todo cobre sentido muy pronto y como Merimeri, tu bebé pueda crecer tranquilo en el cuerpo de su mamá.
    Te mando todo mi amor y fuerza.

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