miércoles, 29 de julio de 2015

Soltar


Y un día empecé yoga. Apenas estoy por cumplir un mes.
Después de año y medio de estudios y tratamientos, de todos los meses llegar a la conclusión que debería empezar yoga, lo hice. 

No sé nada de yoga. Pero sentía que algo tenía que hacer. Tomarme una hora para mí. Aprender a respirar profundo. No lo sé, esas cosas que uno imagina de tanto prejuicio y desconocimiento.
Pero, más que nada, ver si podía, una hora, dos veces por semana, pensar en otra cosa que no fueran estudios, intentos, remedios, especialistas, inyecciones…

Timida y sin mucho entusiasmo entré a la primer clase de mi vida, sin más indicación que "disfrutala" por parte de la profesora. Y ahí estaba yo, tumbada boca arriba. Con las manos en mi vientre. Guiada por la voz que me indicaba respirar hacia él, enviándole toda la energía de mi cuerpo. 

No sé el tiempo que estuvimos realizando ese ejercicio de relajación hacia un chakra que se encuentra en ese sector y no sé cómo llamar porque yo, definitivamente, no entiendo nada de esto.
Pero mis manos le mandaban calor a un vientre que pareció todo este tiempo ser mi enemigo. A un vientre vacío que, según las nuevas teorías médicas que me rodean, se encargó de destruir cuánto embrión bello le colocaran. 

Y por primera vez, me amigué con él. Le mandé todo el calor de mis manos, de mi cuerpo, de mi alma.

Lo perdoné. 

Y así, en mi primer clase de yoga: 
lloré. 


Info:

Se llama Segundo Chakra o Chakra Abdominal. Su nombre en sánscrito es Svadhisthana, que significa "Morada Propia" (lo que es de uno) pero también significa "dulzura". Se visualiza como color naranja. Se localiza en la parte baja del abdomen, entre el ombligo y los genitales. Guarda relación con el elemento agua. De ahí la correspondencia con las funciones orgánicas relacionadas con los líquidos: la circulación, la excreción urinaria, la sexualidad y la reproducción. Y también con las características del agua como la fluidez, la falta de forma permanente, la movilidad y la entrega. Se considera este chakra como centro de la sexualidad, así como de las emociones, la sensación, el placer, el movimiento y el instinto de protección.


martes, 14 de julio de 2015

El lado más pequeño de las probabilidades


Ya en el escrito anterior lo había comentado. Mi marido, mi mejor amigo, el hombre que amo hace 12 años, nació con una extraña, extrañísima anomalía congénita. Un niño entre 17 millones. Y él se sacó la lotería. 

Así que él ya conoce sobre las estadísticas, y estar siempre en el lado contrario. Yo no. Yo viví 38 años creyendo que no existe eso de la mala suerte. Y viví 10 años jurándole y perjurándole que ya había tenido (y más que sobrada) su cuota.
Cuando todos enfermaban menos él, tuve oportunidad de demostrarle que, evidentemente, ya había tenido que padecer las estadísticas una vez. Que no te puede ir mal EN TODO. Que se quede tranquilo. 

Pero estos últimos dos años fueron el show del sin sentido para todos los pronósticos.
Y  no hablo de mala suerte. Porque, técnicamente, en nada nos fue ni mal ni bien. Hablo de lo distinto. Del lado incorrecto de las estadísticas. Y de cómo ellas te pueden joder la existencia.

jueves, 9 de julio de 2015

Con el "NO" siempre.


Tengo 40 años. No puedo estar más sana. Y soy infértil.
Es muy loco esto de estar enferma pero no estarlo. Tan cierto como que la infertilidad es la única enfermedad que padecen dos personas.

Hace doce años me enamoré de mi mejor amigo, y por suerte él también de mí. Y tempranamente, a la semana de nuestro primer beso, lo supe. Él no iba a poder darme un hijo. Y lo escribo así porque así fue como él me lo dijo. Porque eso era "algo que él tenía que darme a mí". Y, por este motivo, no podíamos estar juntos. Sería mejor que termináramos con lo nuestro incluso antes de que empezara. Total… todavía no nos habíamos enamorado.
Pero, como soy muy obstinada (y como me enamoré demasiado rápido) llegué a la sencilla conclusión de que entonces iba a ser yo la que le dé un hijo a él. Porque estaba segura que con la mejor onda del mundo, iba a poder. Yo tenía la confianza que a él le faltaba. Como si de confianza se tratara esto!

viernes, 3 de julio de 2015

Presentándome...

Hola gente.
Debería saludar algo así como "hola infértiles divinas y re copadas a las que vengo leyendo desde hace dos años y con las que aprendí a tolerar este desastre!". Porque convengamos que quien lee esto no puede ser más que una infertil más, vagando por el cyberespacio, intentando descubrir que infértiles somos unas cuantas.

Pero mi realidad es otra.
Desde la primer consulta con el médico de fertilidad, comencé a escribir una especie de diario de todo este despelote, llamado en mi notebook tan cúrsimente como "Diario a un sueño". Para que nuestro hijo lo leyera en un futuro. Para que supiera toda nuestra lucha y qué difícil había sido que existiera.

Pero la lucha se hizo más extensa y más difícil de lo que imaginaba y, sobre todo, hubiera querido. Y tras el tercer negativo hace un par de meses, dejé de escribir. Por primera vez me atacó la negatividad, y me pregunté qué haría con tanto escrito sentimentaloide si no hubiera quién lo leyera en un futuro.

(Ahora no. Ahora vuelvo a confiar en la suerte que todavía no tuvimos, y que ya cambiará.)