viernes, 11 de septiembre de 2015

Mi mamá


Hace cinco meses que tachamos los días en la pared, esperando que llegue esta semana. Y todo ese tiempo en el medio no eran más que relleno. El inútil lapso entre la tristeza y una nueva oportunidad. Las vacunas de linfocitos paternos requieren un proceso de armado de paciencia del que ninguna infértil dispone, menos aún la loca histérica que escribe.

Pero quiso el destino que la importancia cambiara. 


Justo cuando hacía planes para los 5 días que separaban el presente de la GRAN cita donde tendríamos el resultado del nuevo crossmatch y nos entregarían las órdenes para presentar un nuevo ICSI pronto a comenzar…

Justo ese día, cuando inventaba tonterías para rellenar el tiempo y que esos 5 días pasen más rápido…

A mi mamá la asaltaron. Entraron por el fondo de su casa cinco malparidos. La golpearon. Durante horas.

Terminó con un hematoma subdural, una cirugía, cuatro días en terapia intensiva, la cara y el cuerpo lleno de moretones y dolor, un "exótico" corte de pelo y una buena costura en su cabeza tapando la moderna placa de titanio que le quedó sobre la oreja. Y un miedo terrible de volver a la casa en la que, junto con mi padre formó una familia, y la casa en la que se despidió de él.  En la que vio crecer a sus cuatro hijos y a sus nueve nietos (y todavía falta el décimo que espero ser yo quien se lo dé).


las manos de mi madre abotonando mi vestido de casamiento,
el que ella misma cosió


Y de pronto, las prioridades fueron distintas. Llegamos a esa famosa cita sin haber dormido en días. Y el listado de cuestiones a resolver con el médico, que vengo armando desde hace meses, ya no tuvo importancia. Y confié. Agradecí estar en las mejores manos (que por algo lo elegí).

Básicamente, dejé de preocuparme. Por lo que pueda pasar, porque de nada sirve. Por lo que no puedo cambiar. Por lo que los doctores digan, estipulen, crean, investiguen o prueben, que por algo son lo que son y el más tonto de ellos sabe mil veces más que todas nosotras juntas. 
Pero también que la garra del paciente puede más que cualquier pronóstico.



Pienso en que unos días atrás, el neurocirujano nos explicaba que la cirugía a mi mamá podía no salir bien, que la presión del hematoma en el cerebro podía ocasionar daño irreversible, que podía perder el lenguaje cognitivo, que iba a estar mucho tiempo en recuperación, que no nos asustáramos si había que tratarla con anticonvulsivos…

Y ese mismo día de la cita, tres días después de la cirugía, mi mamita me estaba mandando un mensajito al celular deseándome suerte, ya salida de terapia intensiva.

Tan sólo darme cuenta que así de loca es la vida. Y lo que tiene que ser, será. A pesar del buen pronóstico. Y también, contra todo mal pronóstico.

Si mi mamá, una jubilada cabezadura (nunca mejor dicho) de 73 años, medicada por hipertensión arterial, resistió seis horas de tortura, un hematoma que le empujaba el cerebro y una cirugía, y salió a sonreírle a los pronósticos como toda una guerrera, me pregunto qué no puedo conseguir yo con la garra que heredé de ella! 

Y de pronto me doy cuenta que la vida, constantemente, nos sigue dando otra oportunidad. 

4 comentarios:

  1. Que tremendo lo que paso tu mami pero que increible su recuperación por suerte!!! Con semejante ejemplo imposible rendirse, que vaya todo muy bien ,beso

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  2. Hola amore, qué bien tener noticias tuyas...
    Otra vez más te digo que me alegra mucho esa recuperación que está teniendo tu mamá, es muy fuerte y luchadora, como tú.
    Y qué te voy a decir de la actitud que llevaste a tu cita!!
    Mucho ánimo compañera!!!

    "si más pincha la rosa, más bonito es el jardín" ;) un fuerte abrazo

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  3. ufff no tengo palabras. nunca entenderé este mundo y las injusticias que hay en él.
    me alegro que tu madre superara esto.
    mucha fuerza!!!!

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