jueves, 31 de diciembre de 2015

2015


Comencé el 2015 muy triste. Venía de nuestro segundo negativo y me habían dado positivos los estudios de trombofilia. Lo comencé a punto de tener el turno con la hematóloga que tanto había esperado. Sabiendo que todo iba a ser más complicado. Que si algún día lograba embarazarme, no se iba a parecer en nada a ese embarazo con el que tanto soñé. Que tenía riesgos, angustias, estudios, inyecciones…
Agradeciendo no haber tenido antes un positivo porque, sin dudas, lo hubiera perdido después de tanto esfuerzo. Brindando esa noche, hace un año exacto, por los tres embrioncitos que nos esperaban congelados. Pasando más tarde, casi a las 4 de la mañana cuando volvíamos de la cena familiar, por la puerta de la clínica donde estaban. Para hacerles sonar cascabeles en el auto, dos pisos más abajo. Para desearles un feliz año.

Después vino todo un mes preparando mi cuerpo con hormonas para que me arranquen un pedazo de útero y analizar si algo andaba mal en él, y si la fecha coincidía. Y al mismo tiempo me enteré del tercer embarazo de mi cuñada. Y a la semana, uno de mis hermanos me regaló mi sobrino número 12.

Después tuve dos pequeños embrioncitos de la mejor calidad dentro. Y volví a ser feliz. Y volví a encontrarme con otra beta imperceptible

Y no quedaban muchas alternativas. Cambiar los gametos. Dijimos que no. Yo no estaba preparada para ver más de 20 folículos en ecografía y tener que ignorar que en uno de ellos podía tener una chance. Y no quería que mi marido, después de 33 años de saber que no podría ser padre biológico, renunciara a otra oportunidad de demostrar que podíamos cambiar ese destino. Me costaba asumir cambiar algún gameto "sólo por probar". Necesitaba razones.
Nos hicimos los cariotipos y estaban ok. Debo de confesar que una parte mía quiso que hubiera un problema. Me dolía no encontrar motivo para renunciar a nuestra genética y sentía que, si eso iba a ocurrir en un futuro, mejor que fuera por un mal cariotipo.

Sólo quedaba una chance. Una pequeña oportunidad de tener, además de todos los problemas, la más rara de las infertilidades. Alloinmune. Siempre me causó gracia el término ESCA, esterilidad sin causa aparente, porque yo sentía que tenía ETCA esterilidad con todas las causas aparentes. Podía ser cierto además tener un problema Alloinmune? Un tratamiento experimental. Las más dolorosas vacunas. Seis, una cada 21 días. Y tachar los días en el calendario. Mientras buscaba en internet algún caso donde hubiera resultado. Y sólo leía que en muchos países estaban prohibidas. Una loca oportunidad.

Muchos estudios más.
Y preparar mi cuerpo. Leer. Informarme. Descubrir detalles que me hacían mal. Empezar a conocerme, entenderme y atar cabos.  "Aquietarme".
Pelearle a la prepaga y al estado una ley que poco se cumple.
Mi madre en terapia peleándole a la vida por un asalto y privación de la libertad.
Seguir adelante.

Comenzar una estimulación con dosis mínimas. Exponer mi cuerpo otra vez. Anticoagularme desde el inicio para no correr riesgos. Hiperestimular. Punzar. Y seguir anticoagulandome.
14 embriones formados. Y nada andaba bien. Todo parecía haberse perdido. Todo un año de prepararme, de pelarla médica, física, psicológica y burocráticamente.
Cinco embriones congelados.

Y a arrancarme dos pedazos del útero otra vez. Mi útero tan perfecto e inmaculado que no sirve para nada.
Otra vez hormonas, y anticoagularme. Quince medicamentos por día (para regular: mi tiroide, mi glucosa, mi vitamina b, mi homocisteína, mi coagulación, mi hipofibronilosis, mis ovarios, mi endometrio).
Sólo tres embrioncitos. Que se vinieron conmigo. Dos bellos y uno "de apoyo". Y el pánico de mi cuerpo haciendo tonterías. Destruyendo lo que más amo en el mundo.

Y Nochebuena, todas las ilusiones, el arbolito y el pesebre. Y un regalo "para ellos". Y mancho, marrón. Y mancho más. Rojo. Justo esa noche. Y apreté los dientes fuerte. Me tragué el dolor. Y brindé bien alto. Les di una chance a mis peques. Pero sobre todo a mi cuerpo.
Mi marido y yo venimos peleándola desde hace mucho. 13 años de amor sabiendo que no íbamos a poder ser padres. Tres icsis. Cuatro transferencias. Dos gametos que no valen mucho y que, por si fuera poco, cuando están juntos se autodestruyen. Fallo de implantación. Trombofilia hereditaria y adquirida. Y todos los problemas inmunológicos juntos.

Esto fue todo y lo único a lo que dedicamos este año.
El 2015 fue, sin duda, el peor año de nuestra vida.
Sabiendo que el 2016 ya no nos traería otra oportunidad porque se nos iba la tercera y última…

Cuando por fin el 2015 terminaba, justo tres días antes de darlo por muerto y enterrarlo para siempre.
Mi cuerpo me demostró que podía. Y alguno de nuestros peques pudo agarrarse.
Aunque me sea totalmente imposible asimilarlo todavía.
Tengo vida dentro mío.
Y hoy escribo lo que jamás creía.
Estoy embarazada. 

 Mi marido, nuestro/s peque/s y yo, sólo tenemos un deseo para este 2016, y es para ustedes!!!

6 comentarios:

  1. Ay dios mío, qué entrada más preciosa, qué Llorera leerte, qué emoción más grande, qué sentido de la justicia. Me alegro muchísimo, feliz 2016!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cómo me emocionás siempre con tu mensaje. No te das una idea!!!!

      Eliminar
  2. Ohhh! Que entrada más bonita! Me encanta! Comparto completamente tu año, después de un mal 2015, acabarlo asi es lo justo. Felices. Por fin.
    La foto es maravillosa. Que bonita.
    Por un 2016 lleno de cosas bonitas!
    Felicidades!
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. y claro que vas a compartirlo si nuestros peques tendrán apenas días de diferencia!!!!! Y vos también tuviste un año de esos que sólo pueden terminar así!

      Eliminar
  3. Que felicidad! se cumplieron mis deseos de cumpleaños regalados!...miraste la luna?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu mensaje! Sí, miré a la luna, y cada vez que lo hice pensé en vos!!!
      Gracias!!!

      Eliminar