martes, 8 de diciembre de 2015

A quien corresponda:


Querido Papá Noel, niñito Jesús, Buda, muñeco de nieve Olaf o a quien corresponda:

Hace tiempo ya no pido nada, a nadie, por ningún motivo. Sólo hice un rezo este año mientras operaban de la cabeza a mi mamá, para que salga adelante. Y porque le robé un denario de su cartera que llevé conmigo en mi bolsillo todos esos días. Simplemente porque mi mamá cree, y quería hacer lo que a ella le sirviera y en ese momento no podía.

Yo no pido, no me emociono, no me entusiasmo con velitas encendidas o días de tal o cual santo. Y no es que Dios me haya defraudado, en lo más mínimo. Es simplemente que no siento dentro, la comunicación necesaria. Alguna vez, desesperada, le he pedido me de fuerzas para seguir adelante. Jamás que me conceda el milagro.
E intento no emocionarme. No pensar lo que hubiera sido si. No sacar cuentas. No descubrir que esta es otra Navidad más sin el único regalo por el que años escribí cartitas. 

Este año también voy a hacerlo, no puedo fallar a la costumbre. 

Pero esta carta es distinta.
Años de mi vida gasté palabras y deseos en la gente que quería. Que bien merecido se tienen nuestro amor. Y, con algunos vaivenes, sus deseos se han visto, a veces más a veces menos, cumplidos. Y jamás dejé de pedir por ellos. Por aquello que les faltaba y necesitaban (amor, paciencia, trabajo, sonrisas, sueños, salud, o lo que consideraba que necesitaban en ese año por venir). Y encendí el arbolito todas las noches, con mi cartita ahí colgada, para que esos deseos se cumplieran. 

Ahora no. No quiero deseos para nadie. Y no crean que es por ofendida que lo digo. Pero tal vez esos deseos estén reflejados en otras cartas familiares. O tal vez esos deseos puedan esperar un año más. Por suerte nadie que queremos está pasando por una situación realmente importante. El nuestro no. El nuestro es urgente. Me urge el cuerpo y el alma este año. Me colapsa el corazón como jamás me ha pasado. Me digo basta a cada segundo. Y ya no puedo pedir por fuerzas. Porque ya se me agotaron. Cada inyección duele mil veces más que la anterior. Y cada embrión que formamos con tanto esfuerzo y dolor. Cada mini intento de vida nos destroza el alma. 

Esta vez escribo una carta pública. Porque necesito pedirle a quien me lea que pida por mí, así de egoístamente como suena. Que yo prometo poner todas mis súplicas y pedidos en el sueño de ustedes. Pero en el mío ya no puedo. Ya puse el alma, el corazón, el cuerpo frágil; roto y torpe cuerpo.
Necesito esa magia que me falta, que me falló siempre. Esa cuota de suerte, milagro, don, regalo. Esa chispa que no me devuelva la confianza, simplemente que nos cumpla el sueño por el que tanto trabajamos, que tanto deseamos y que, a esta altura considero, tanto merecemos. 

Este año quiero mi regalo de Navidad en vivo y en directo. Para que los embrioncitos que tenga dentro esta Nochebuena, se agarren bien fuerte a mamá. Y que el cuerpo de mamá, esta vez sí, los agarre bien fuerte. 


 

3 comentarios:

  1. Ay mi niña...sin palabras me quedo leyéndote.
    Sólo espero que esta vez sea la definitiva y que la próxima navidad tengas que escribir otro tipo de cartita.
    Un abrazo enorme mi cielo

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  2. Me hiciste llorar. Pediré por vos, pediré por todas ♥

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  3. claro que pido por vos, por tus esperanzas, sueños e ilusiones, que todo se cumpla ya!!!un beso

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