Heparina, heparina,
heparina!!!
Acá en Argentina la
cosa es muy sencilla. La primera opción que tenés es morirte de una trombosis
venosa profunda mientras te dan medicación hormonal que te lo provoca, sin que
se les ocurra estudiarte. La segunda opción es abortar tres veces (como si de
por sí fuera fácil embarazarse!), y que en esos tres abortos se haya podido
analizar al feto y no presentara anomalías cromosómicas. O, como tercera y
última opción, pedir un turno, pagándolo particular, con la única hematóloga
que parece que le importa el paciente. La única que no se compró el cuento de
que "todas tienen trombofilia" porque "la trombofilia está de
moda". La que no necesita mandarte a repetir el estudio la suficiente
cantidad de veces como para que en algún momento te salga negativo y así la
obra social no te cubra el caro medicamento que necesitás para que tu sangre no
ande coagulando por ahí más de la cuenta. Y lo más loco, es que no existe mujer
argentina que haya pasado por tratamiento de alta complejidad o por un aborto,
que no sepa de quién estoy hablando. A tal punto.
Y así terminé yo en
su consultorio, esperando hora y media a que me llamara, allá por enero de este
año (después de vagar por institutos hematológicos de muy alto nombre donde me
dijeron que, cuando logre abortar tres veces, vuelva). Y que conste que no me
gusta hablar de decisiones médicas, mucho menos criticarlas. Sobre todo porque
creo fervientemente en que la reproducción médicamente asistida no es 2+2=4.
Que cada institución y médico tiene su librito, su criterio, sus
investigaciones y su opinión. Que nada es ni bueno ni malo per se. Pero joder…
que voy a ver a una hematóloga con mis resultados de análisis de coagulabilidad
y de 8 parámetros estudiados, tengo 3 mal, y me diga que yo no tengo nada… en
fin.
Bastó entrar a ver a
la Eminencia en hematología de la reproducción para que me dijera cuál era mi
problema (o uno de tantos). Miró mis estudios, me preguntó si había
hiperestimulado, como tenía la insulina, si tomaba metformina, y cómo de alto
estaba mi colesterol, además de corroborar que también tenía hipotiroidismo
subclínico. En un segundo dio en el clavo con TODO. Me dijo que yo tenía un
"clásico combo". A saber: mutación homocigota PAI 4G/4G, mutación
heterocigota compuesta de MTHFR, y anticoagulante lúpico positivo. En palabras
sencillas, trombofilia combinada: hereditaria y adquirida. Que la adquirida no
podía llamarse SAF (síndrome antifofolípidos porque me faltaba el evento
trombótico, sea trombosis o aborto) pero que sin dudas era trombofilia.
Sin asustarme mucho
ni explicarme de más, me dijo que en la próxima transferencia iría con heparina
(clexane 60) desde el día 3 del ciclo de transferencia). Y que ya empezara a
tomar Bayaspirina prevent, ácido fólico de 5mg., y Blastop (+ ácido fólico y vitamina
B6 y B12).
Esa transferencia,
como ya imaginarán, fue también negativa.
La semana pasada,
volvimos a consultarla para saber cómo tendríamos que encarar el próximo
tratamiento a días de comenzar.
Me dijo que todo
seguía igual, salvo que tendría que darme heparina de 60u también durante toda
la estimulación. Cuando sorprendida le pregunté por qué (más que nada porque es
dolorosísima y carísima, no sé en qué orden me importa más!) me dijo que era un
riesgo para mi los altos niveles de estrógeno que produce mi cuerpo, teniendo
las trombofilias que tengo, y que en caso de llegar a hiperestimular tendría
que continuar anticoagulándome por 15 días más. Y, lógicamente, cuando fuera la
transferencia también inyectarme desde el día 3 del ciclo como la vez anterior.
Y, por cierto,
hablando con ella de mi vida "cotidiana" (léase sin tratamiento),
tengo que tomar la Bayaspirina y el Blastop siempre, de por vida. Y tengo que
heparinizarme si viajo en avión, si estoy de reposo o inmovilizada, y avisar
ante cualquier tratamiento médico que tengo trombofilia.
Y entonces entendí.
Que tenía una enfermedad (se llama síndrome pero da igual la diferencia). Que
había tenido mucha suerte las dos estimulaciones anteriores donde hiperestimulé
muy feo, sobre todo la primera. Que si lograba embarazarme, iba a ser un embarazo
muy controlado y de alto riesgo. Y que los médicos, muchas veces, tienen que
hacer la vista gorda con ciertos casos. Que una persona con trombofilia no puede
hormonarse, ni tomar estradiol, por ejemplo, por los riesgos que eso conlleva.
Pero como a las que tenemos que realizar tratamiento no nos queda otra,
disimuladamente nos mandan anticoagularnos.
Que las que tenemos
trombofilia y además tenemos que recurrir a tratamiento de fertilidad, tenemos
que luchar contra dos fantasmas. Lograr la implantación. Y no perderlo.
Y no nos damos
cuenta. Porque es tanto nuestro deseo de embarazarnos que no nos duele una
inyección más, de tantas inyecciones que nos damos. Y lo que más nos aterra es
jamás conseguirlo. No tener un embarazo complicado.
Ojalá un pajarito me
contara que en mi futuro, yo tendré un embarazo tortuoso.
Porque mi mayor miedo
no es sufrir en el mejor momento de mi vida.
Es que ese momento no llegue
nunca.
Oh cielo, no conocía ese mundo que cuentas...
ResponderEliminarJolin, una vez más me quejo de que no debería ser una lotería lo de encontrar un médico APTO Y CAPAZ de dar con los problemas y proponer soluciones.
Yo no soy un pajarito, pero deseo que en tu futuro aparezca ese ansiado embarazo y si tiene que ser tortuoso por lo que comentas que sea, que lo pasarás como una campeona que eres y que te traiga la mayor de las felicidades, cruzo los dedos por ello compi.
Ese momento llegará, superheroína de la sangre hipercoagulada ;)
Un abrazo fuerte
jjaaa Gracias por tu hermoso comentario!!!!!!
EliminarLamentablemente no creo que se trate de incapacidad, sino más bien de las grandes fortunas que la trombofilia le acarrea a las empresas de medicina! Sí, todo es un gran negocio mientras nosotras ponemos el cuerpo (y ciertas partes que no habría que poner nunca salvo para cosas bellas).
Acá cruzamos los dedos, de la mano y de los pies, por vos, por mí, y por todo este grupo de guerreras!
Besotes enormes!!